sábado, 20 de agosto de 2016

El ejército israelí en manos de un fascista

Lieberman es un hijo de la impunidad... sabe que cualquier actuación militar no tendrá consecuencia penal.

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, decidió a finales de mayo remodelar su gobierno, elegido hace un año, para garantizarse una mayor franja de apoyos parlamentarios contando con el partido de corte fascista "Israel Beitenu"( Israel Nuestra casa). Netanyahu se aseguraba así el apoyo de 66 de los 120 diputados de la Knésset (Parlamento) en lugar de la mayoría ajustada (61) que le sostenía.

Para conseguirlo, nombró como sustituto del dimitido ministro de Defensa Moshé Yaalon a Avigdor Lieberman, del partido Israel Nuestra Casa, reconocido en Israel y fuera de sus fronteras como un hombre de extrema derecha, que formó parte del Partido Kach, ilegalizado en 1988 y que figura en la lista de organizaciones terroristas del gobierno de los EEUU, la Unión Europea y Canada. Su paso por la cartera de Asuntos Exteriores en el segundo gobierno de Netanyahu demostró su intención de llevar a la práctica su deseo de aplastar a la legítima causa palestina. En 2002 defendió bombardear Teherán, la presa egipcia de Asuán o asesinar a Yasir Arafat. Reclamaba arrasar Cisjordania -“No dejar piedra sobre piedra…destruir todo”- y en la última campaña electoral llegó a pedir para los árabes-israelíes desleales con Israel la decapitación con un hacha.

El nombramiento de Lieberman ha causado una conmoción interna y una gran consternación en la Autoridad Nacional Palestina ya que supone confiar las Fuerzas Armadas de Israel a un fascista justo en el momento que la Comunidad Internacional reclama pasos decididos en la negociación para alcanzar la existencia efectiva y reconocida del Estado Palestino.

En plena ceremonia del Día del Holocausto, el general Yair Golán, número dos del jefe del Estado Mayor de las FFAA, hacía unas explosivas declaraciones: “si hay algo que me asusta en el día del recuerdo del Holocausto es apreciar las nauseabundas tendencias que tuvieron lugar en Europa en general, y en Alemania en particular, hace setenta, ochenta años y ver que las tenemos aquí entre nosotros en 2016”.

Esta crítica, habitual entre los sectores de la izquierda israelí, es la primera vez que se escucha a un militar de alta graduación, y evidencia hasta qué punto el nombramiento de Lieberman ha contrariado a una parte importante de la sociedad de Israel al entender que personas como él, en puestos decisivos del Estado, cierra cualquier posibilidad a una salida pacífica y negociada para alcanzar un acuerdo duradero y estable entre la Autoridad Nacional Palestina e Israel para construir el Estado Palestino en base a las fronteras de 1967 con Jerusalén como capital.

La impunidad de los crímenes de guerra cometidos por las distintas Administraciones de Israel contra el Pueblo Palestino, las violaciones sistemáticas de Resoluciones de Naciones Unidas y la política ilegal de asentamientos sobre territorio ocupado son obstáculos, que se convierten prácticamente en insalvables, en la búsqueda de una negociación que permita la conversión de Palestina de un “Estado Observador” de NNUU a un Estado completamente soberano e independiente.

Lieberman se convierte en sí mismo en la garantía de la ultraderecha israelí para hacer imposible cualquier avance en la perspectiva de retomar las negociaciones con la Autoridad Nacional Palestina.

Conferencias Internacionales como la celebrada en Paris en junio, auspiciada por el canciller francés Jean-Marc Ayrault, para relanzar el diálogo de paz en Oriente Próximo desde la Comunidad Internacional, se convierten en papel mojado al no concretar iniciativas que impidan las continuas violaciones y crímenes de la Administración Israelí.

Desde “la Nakba” (la catástrofe) sufrida por el pueblo palestino por la creación del Estado de Israel en 1948, las Naciones Unidas aprobaron un sinfín de Resoluciones, condenando las actuaciones de las Administraciones Israelíes, que motivaron actuaciones ilegales o criminales sin que hasta la fecha se consiguiese la rectificación de esas decisiones o la depuración de responsabilidades penales.

Lieberman es un hijo de la impunidad, una persona fascista que sabe que desde su responsabilidad como ministro de Defensa, cualquier actuación militar que autorice al margen de la ley, no tendrá ninguna consecuencia penal para él. Es conocedor de que tendrá bajo su mando a uno de los ejércitos mejor armados de Oriente Próximo y que cuenta además con el arma nuclear (obtenida contraviniendo las Convenciones Internacionales de limitación de armas nucleares) como parte de su sistema de armas.

En la actualidad, se estima que Israel posee entre 75 y 400 ojivas nucleares, dispuestas a ser lanzadas desde el aire, a través de submarinos o misiles balísticos.

En el contexto de Oriente Próximo, ese nombramiento se convierte en la práctica en uno de los obstáculos más serios para conseguir una paz duradera en la Región y que sea libre de armas nucleares.

Pero todo se puede empeorar. Si en las elecciones presidenciales de EEUU a celebrar en noviembre saliese elegido el ultraderechista Donald Trump (los y las electoras no lo quieran), la actual administración israelí contaría con un aliado no tan acomplejado como la administración demócrata para continuar su línea criminal contra el pueblo palestino.

Y mientras tanto, ¿donde está la llamada política exterior de la Unión Europea?, pues mirando al tendido…

WILLY MEYER

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