lunes, 29 de junio de 2020


Las mujeres sufrirán más duramente las consecuencias de la pandemia

IMPACTO DE GÉNERO EN LA CRISIS DEL COVID-19

En esta crisis, como sucedió en las anteriores, aumentarán las desigualdades y la pobreza. El 70% de los afectados serán mujeres. Los efectos de la pandemia del Covid les golpea mucho más duro y, además, lo hacen desde varios frentes: en el desempeño de los trabajos más expuestos al contagio, muchas veces mal pagados y eventuales; en la pérdida de sus puestos de trabajos que suelen ser más precarios; en la sobrecarga de trabajo de cuidados de menores y mayores durante un confinamiento con escuelas infantiles y colegios cerrados; en las largas jornadas de teletrabajo que no entienden de conciliación familiar; y en el pavor de sufrir la violencia de género confinadas en casa con el agresor.

En la crisis sanitaria son fundamentalmente ellas quienes han estado en primera línea luchando contra esta enfermad de efectos y consecuencias aun muy desconocidos. Según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), el 84% del personal de enfermería son mujeres. Enfermeras, auxiliares de enfermería y geriatría han estado en contacto directo con las personas afectadas por el coronavirus, arriesgando su salud física, psíquica y la de sus familiares, con jornadas inacabables, pocos medios, mucho miedo y un gran estrés emocional. Muchas de ellas trabajan en condiciones precarias.

Antes de que la tragedia llegara a las residencias de mayores, los trabajadores, el 84% mujeres, denunciaban la precariedad de sus condiciones laborales y la falta de personal. En Madrid, en las residencias privadas, ganan 997,16 euros brutos mensuales, por convenio. Fueron ellas las que vivieron con el horror de ver morir mal atendidos a tantas abuelas y abuelos y el miedo a infectarse. A fecha de 18 de mayo, un tercio de los 18.500 ancianos que han fallecido en residencias por coronavirus o síntomas compatibles perdieron la vida en las residencias madrileñas.

También son mayoritariamente las mujeres las que han estado atendiendo los servicios esenciales para que el resto de la población tuviera sus necesidades básicas cubiertas durante el confinamiento. Según la EPA, las mujeres representan el 84% de quienes atienden en los supermercados, el 93% del personal de limpieza y el 72% del personal de farmacia.

Un informe presentado por el Instituto de la Mujer el 8 de mayo subraya cómo la crisis generada por el coronavirus ha situado a los cuidados en el centro y a las mujeres en la primera respuesta a la enfermedad.

Según el último informe elaborado por Oxfam Intermón, las mujeres realizan más de tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado. En España equivale a 16 millones de personas trabajando 8 horas al día, según Oxfam y representaría el 14,9% del PIB. También constituyen dos terceras partes de la mano de obra de los cuidados remunerados. Según el Instituto de la Mujer, las empleadas del hogar son uno de los sectores a quien más afecta la crisis del Coronavirus. Es un sector muy precarizado y con muchas mujeres trabajando en la economía informal.

Entre la población que recibe los salarios más bajos, el 74% son mujeres. Y la situación empeorará. Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) pronostica que el porcentaje de mujeres que perderán su empleo será mucho mayor que el de los hombres y les costará más trabajo y tiempo reincorporarse al mercado de trabajo. El problema se agrava en los hogares formados por una persona adulta con descendientes menores a su cargo. La Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) de 2018, señalaba que el 50% de estas familias estaba en riesgo de pobreza o exclusión social. 8 de cada 10 de estos hogares están encabezados por mujeres. Según CCOO, muchas de estas mujeres se han quedado sin empleo, sin posibilidad de buscarlo, o han tenido que renunciar por necesidades de atención a los menores a su cargo, como efecto del confinamiento.

Con esta pandemia se ha vuelto a visibilizar la feminización del trabajo. El 98% del personal de las escuelas infantiles son mujeres. También son fundamentalmente ellas las que trabajan en los comedores de los colegios cerrados. En las empresas de moda y textil el 80% del trabajo lo ocupan las mujeres, y lo hacen en las categorías más bajas. En hoteles y alojamientos turísticos sus contratos suelen ser temporales o de obra y servicios, y la mayoría están empleadas por empresas externalizadas. El comercio, la hostelería y los servicios, que cuentan con importante presencia de mujeres, serán los que sufrirán en mayor medida la crisis económica, según el Instituto de la Mujer.

El peligro en todos los rincones del planeta es que los derechos y la protección a las mujeres más vulnerables vuelvan a quedar relegados ante la magnitud de la crisis sanitaria, social y económica. Así lo ha advertido el Secretario General de Naciones Unidas. La Secretaria Confederal de Mujeres e Igualdad de CC.OO., Elena Blasco Martín, teme que, otra vez, la igualdad se postergue y se deje de considerar una prioridad, con las consecuencias dramáticas de desigualdad y pobreza para la mayoría de mujeres.

El Covid afectará a la autonomía económica y vulnerabilidad social de las mujeres. Pero si éstas son las más afectadas por la crisis, también tienen que ser decisivas para construir una respuesta social global efectiva, según demandan organizaciones de todo el mundo, desde ONU Mujeres a la Federación Democrática Internacional de Mujeres.


jueves, 18 de junio de 2020


Una comunidad internacional solidaria como alternativa a la globalización capitalista

Un nuevo Orden Internacional basado en el interés común, la cooperación, compartir recursos y proteger a los más vulnerables.


Es importante tener presente que la decadencia de la llamada globalización neoliberal, de carácter capitalista, es anterior a la crisis provocada por el COVID 19. Cada vez era más evidente que los problemas de la humanidad no se pueden resolver con un sistema de relaciones internacionales basado en un mundo unipolar, en el que las ganancias de las grandes potencias se consiguen a costa de las pérdidas de los Estados menos desarrollados, en lo que se llama teoría de la suma cero.

Esa decadencia no sólo se está agravando con la crisis provocada por la pandemia sino que se está suscitando un nuevo peligro: si la globalización neoliberal era negativa para la humanidad, peor puede ser la alternativa que están defendiendo algunos pensadores capitalista de cierre de fronteras, trabas al comercio internacional y agravar el carácter unilateral de las relaciones internacionales.

Frente a este pensamiento, se debe desarrollar la propuesta de que esta crisis de la Globalización neoliberal pueda dar paso a una nueva Gobernanza Mundial basada en la multilateralidad y en la horizontalidad, en las relaciones entre Estados, que desarrollen un comercio justo de beneficio mutuo en el que todos ganen enterrando la teoría de la suma cero. Requiere grandes cambios en el ordenamiento internacional.



Hablamos de una comunidad que comparta de forma solidaria el futuro de toda la humanidad desde un internacionalismo. Una comunidad que sume voluntades y esfuerzos para conseguir una cooperación con la que alcanzar objetivos comunes para que todos los habitantes del Planeta puedan tener derecho a una vida digna y combatir juntos las situaciones de emergencia como la que vive en estos momentos la humanidad.

Construir esa Comunidad solidaria es lo que puede permitir -no solo el facilitar- una más rápida salida de la actual situación de emergencia mediante la cooperación mutua y las posibilidades de compartir recursos, sino que nos puede ayudar a evitar que situaciones como la actual se repitan, desarrollando un concepto de seguridad compartida integral y sostenible en beneficio de toda la Humanidad.

Nadie puede negar que en el mundo actual existe una total interdependencia entre todos los países y territorios. La cuestión es poder afrontar esta interrelación desde la cooperación recíproca que consiga compartir recursos y avances técnicos. Se multiplicaría la ganancia de una manera compartida y se establecerían reglas claras que ayuden y protejan a los Estados más débiles y vulnerables de las agresiones de los Estados más poderosos y desarrollados.

Para empezar, una crisis de emergencia como la que está viviendo la humanidad en estos tiempos nos demuestra que las crisis no respetan fronteras, ni continentes. Por eso se hace necesario reforzar la cooperación internacional impulsando el papel de las Naciones Unida para que aplique los valores y principios recogidos en su Carta. No puede haber una Gobernanza Mundial sin una Institución que la represente de carácter plenamente democrática y representativa y que tenga el control sobre las instituciones económicas internacionales. En este sentido, la cooperación económica internacional debe experimentar grandes cambios para establecer reglas que permitan un mejor aprovechamiento de la economía que garantice la mejora de la calidad de vida de quienes resulten afectados por las consecuencias de la crisis.

En estos tiempos, el desarrollo de las fuerzas productivas, los avances tecnológicos, los descubrimientos médicos permiten hacer frente a las situaciones de emergencia como la actual. Solamente hace falta acabar con un mercado neoliberal -que no tiene ni control ni moral- para constituir una Comunidad Internacional basada en la solidaridad. Esa Comunidad desarrollaría reglas y controles para fomentar la relación entre las políticas económicas que se planteen para salir de la crisis y a favor del interés general, y lo haría siempre bajo la dirección del Estado como referencia de la defensa del Bien Común.

La cuestión básica para poder consolidar un nuevo marcó de relaciones políticas, económicas y culturales entre los Estados del Planeta, desde unas Instituciones Internacionales, es el diseño de un gran proyecto de Reconstrucción del Planeta que haga frente a las consecuencias que la actual crisis está provocando. Ese Gran Proyecto necesita suficiente apoyo económico y unas reglas claras que eviten situaciones de injusticia, neocolonialismo y degradación medioambiental.

Desde todos estos argumentos hay que asumir el reto de intensificar todas la iniciativas, foros y encuentros para que la comunidad internacional presione a los diferentes gobiernos y se avance en la configuración de un nuevo Orden Internacional, basado en esa gran Comunidad de Pueblos de todo el Planeta, con un interés Común. Trabajemos el internacionalismo para conseguir que la experiencia que estamos viviendo nos lleva a entender que solamente establecer una relación de cooperación entre todos los pueblos del Planeta, nos puede permitir salir de esta situación de emergencia que estamos sufriendo, más solidarios y sobre todo más unidos frente a quienes intentarán aprovechar esta crisis para desarrollar un capitalismo insolidario y xenófobo con un carácter nacional, autoritario, militarista.






sábado, 13 de junio de 2020




Racismo y miedo: no puedo respirar

EN ESTADOS UNIDOS HAY MÁS NEGROS EN LAS PRISIONES QUE EN LAS UNIVERSIDADES

Los patricios estadounidenses levantaron un nuevo país sobre las tumbas de un genocidio y construyeron su prosperidad con el trabajo cautivo de millones de negros y emigrantes.



Estados Unidos de América es ese país que decidió bautizar a su capital con el nombre de un propietario de esclavos, George Washington, y no tiene intención de cambiarlo. Porque el país nació escupiendo entre colmillos la mentira que envuelve toda su historia. Otro padre de esa patria tenebrosa, Thomas Jefferson, para satisfacer su propio deseo sexual poseía un joven esclavo negro, mientras sus hermanos seguían hacinados trabajando en las plantaciones.

La Constitución que inspiraron en Filadelfia, llena de redobles por la libertad y la felicidad, enseñaba al mundo que su creador, su dios, había hecho iguales a los hombres pero se levantaba sobre el engaño, la desigualdad, la esclavitud y el exterminio de los indios.

Los patricios estadounidenses levantaron un nuevo país sobre las tumbas de un genocidio y construyeron su prosperidad con el trabajo cautivo de millones de negros y emigrantes: hasta la Casa Blanca fue construida por los esclavos.

“Nosotros, el pueblo”, dice el preámbulo de su Constitución, fijando en apariencia límites a los abusos del poder que apenas resistieron el tiempo que tardó en secarse la tinta con que fue escrita y forjando después un amasijo de ambición levantado con la violencia. Estaban construyendo la mentira sobre la que se fundó esa América: aquella libertad de los padres fundadores era sólo para el hombre blanco burgués y se colmó después con la esclavitud negra, con la crueldad de la matanza de los indios y la inhumana explotación de millones de emigrantes, antes de proyectarse en guerras de cuatro continentes.

Ahora, tras el asesinato de George Floyd, ha estallado otra vez la desesperación de los maltratados de esa historia infame, porque las desamparadas y abrumadas manifestaciones que han recorrido estos días los

Estados Unidos estaban iluminado el crimen de la historia del país. Como si fueran el grito de un luto que para millones de negros se arrastra desde hace demasiadas décadas, las ciudades norteamericanas se han llenado con las emocionadas gargantas de los suburbios, de los olvidados de la tierra y de las víctimas de la segregación, y han mostrado los harapos de un sueño americano que siempre fue una mentira más, al tiempo que Trump y los suyos marcaban con policías y soldados los límites de la libertad.

Las manifestaciones de congoja por el amargo final de George Floyd, con su garganta bajo la rodilla de un policía, han sido duramente reprimidas: el toque de queda se impuso en decenas de ciudades, al menos seis personas han muerto y más de diez mil han sido detenidas en todo el país, con el presidente, desde la Casa Blanca, calificando como terroristas a quienes se definen antifascistas y achacando la violencia policial a quienes la padecen.

La policía mata a tres personas cada día

Los negros soportan desde hace demasiado tiempo el odio y la brutalidad de esos escuadrones de racistas blancos capaces de patrullar con sus armas para marcar las fronteras del odio y padecen la sospecha constante de la policía y la violencia racista que impregna la vida y las instituciones estadounidenses.

En un país donde decenas de miles de personas son tiroteadas cada año, cuarenta son asesinadas a disparos cada día y otras sesenta y cinco se suicidan cada jornada con armas de fuego, la violencia es una enfermedad que impregna a toda la sociedad y llega hasta los niños: centenares de ellos mueren cada año por armas de fuego; muchos, son los descendientes de los esclavos.

Los negros son carne de prisión porque son pobres y están condenados de antemano, pueden ser maltratados y torturados por la policía, detenidos ante la menor sospecha, enjuiciados y encarcelados en un país que tiene el mayor número de presos del mundo (2.200.000 personas). Constatan con amargura que hay más negros en las prisiones que en las universidades pero la ferocidad del poder sigue triturando la vida, sin detenerse.

En esta escarpada primavera de la pandemia, la revista Lancet daba cuenta de que en el penal Marion, en Ohio, con dos mil quinientos presos, dos mil contrajeron la Covid-19, muchos de ellos negros.

El país que se jacta de defender los derechos humanos en el mundo, los pisotea cada día en su propio territorio.

Las revueltas de los esclavos negros que documentó el historiador comunista norteamericano Herbert Aptheker siguen en la memoria de los manifestantes de hoy: esas protestas han perseguido durante décadas el fin de la segregación, el asombro de la libertad, pero los nietos de los esclavos sólo han recibido los ghettos de América y los suburbios de la pobreza, el desprecio de quienes les señalaban los límites de su existencia, la voracidad de los mercaderes que siguen creyéndose los dueños de Estados Unidos y del mundo y ponen el látigo del esclavo en las manos de un policía.

Los frutos extraños que cantaba Billie Holiday eran los negros colgados de los árboles por turbas blancas racistas, eran las víctimas del odio y la segregación, y ahora, tantas décadas después, en un país donde la policía mata a tres personas cada día y los carceleros duermen en la Casa Blanca entre las botellas rotas del sueño americano, los negros siguen diciendo, con el féretro aún caliente de George Floyd, que no pueden caminar por las calles, que no pueden vivir atenazados por el miedo, que son nuestros hermanos y no pueden respirar.


jueves, 11 de junio de 2020


Este modelo de integración europea no sirve

PROTEGER ECONÓMICA Y SOCIALMENTE A LA POBLACIÓN MÁS VULNERABLE

El PIE alerta sobre los intentos de aprovechar la situación para imponer un recorte de las libertades y suspensión de las instituciones democráticas en algunos países.

Es importante que las fuerzas progresistas y de izquierdas, políticas, sindicales y movimientos nos expresemos y busquemos sintonía, para batirnos el cobre y dar salidas a la crisis que ya está en marcha, y no permitir que sea el sistema capitalista el que continúe con sus políticas que sin lugar a dudas nos han conducido al caos.

Esta crisis es planetaria, y por tanto las soluciones también lo deben ser. Por supuesto que en cada caso habrá cuestiones específicas, sobre todo a corto plazo, puesto que la pandemia no ha atacado con la misma virulencia ni a continentes, ni a países, ni siquiera a regiones de las diferentes naciones. Pero el sistema imperante hace que en la mayoría de los países quién sufre de forma desgarradora los efectos del COVID 19 es la clase trabajadora, los y las inmigrantes, las mujeres y todos los colectivos en situación de vulnerabilidad, esto es el 90% de la población mundial.

Las continuas declaraciones primando la economía capitalista a la vida, sobre todo de Bolsonaro o Trump, y negando la evidencia científica o acusando a China de crear el virus, muestran que todo vale dentro de este sistema. Los gobiernos autoritarios aprovechan la ocasión para recortar libertades y vulnerar los derechos humanos como sucede en Ecuador, Bolivia, Colombia, Filipinas, Sahara, Líbano, Siria, Palestina, Hungría y Eslovenia. Continúan las guerras, los ataques furibundos a Venezuela y el bloqueo tanto de ese país como de Cuba, a pesar de la importantísima ayuda sanitaria cubana a muchos países a nivel mundial.

Acercándonos a Europa, y frente a esta inoperancia de la UE, desde el Partido de la Izquierda Europea planteamos la necesidad de proteger ya a la población, tanto en el plano económico como en el social, y de una forma especial a los miles de trabajadoras y trabajadores que están perdiendo sus empleos y sus ingresos, a las mujeres -principales paganas de la crisis como trabajadoras y como sufridoras del agravamiento de la violencia de género (sobre todo la doméstica)-, a inmigrantes y toda la población vulnerable por una razón u otra.

Reclamamos medidas inmediatas, como más inversión en los servicios públicos, una política fiscal justa, que el BCE financie un plan de inversión europeo capaz de poner en marcha el empleo y garantizar un cambio de modelo medioambiental y social de la producción y de la economía. Al mismo tiempo exigimos la anulación del Mecanismo Europeo de Estabilidad que representa una forma innecesaria y perjudicial de intervenir en los presupuestos públicos de los diferentes países de la UE. Esto, a corto plazo.

Consideramos imprescindible la aprobación de un verdadero Plan de Reconstrucción que contemple medidas como un plan de rescate económico para los trabajadores y sus familias en el que los que no pueden, no deben pagar alquileres o hipotecas. También garantizar la prohibición expresa de la suspensión de los convenios colectivos y la reducción de los derechos de los trabajadores y acciones de emergencia para las pequeñas y medianas empresas y los trabajadores autónomos.

A la vista está que hay que dedicar recursos extraordinarios para los sistemas públicos de salud, creando a la vez de forma inmediata un Fondo Europeo de Salud financiado por la BCE con títulos a 100 años que no son negociables en los mercado, junto con unos planes de Reconstrucción Económica que desarrollen procesos de industrialización sostenibles con la participación del sector público. Es vital diseñar otra política de Justicia Fiscal que plantee un nuevo modelo recaudatorio que grave los grandes capitales y la riqueza, acabando con los paraísos fiscales.

Las mujeres somos las más precarias, las cuidadoras, cajeras, limpiadoras, esto es el lumpen proletariado en su gran mayoría. Necesitamos planes específicos que impidan que sea ese 51% de la población quienes paguemos de forma mayoritaria la crisis. Por tanto hay que desarrollar un plan concreto que proteja a trabajadoras, paradas y colectivos de riesgo, como las mujeres prostituidas o sometidas a violencia.

Hay que dar una respuesta humanitaria a los cientos de miles de seres humanos que tienen que abandonar sus hogares escapando de la miseria, el hambre, las enfermedades y las guerras, y cuya situación se ha agravado por la nueva crisis.

Y ya por último, no dejar nunca de lado la defensa de la democracia frente a los intentos de aprovechar la situación de emergencia para imponer un recorte de las libertades públicas y una suspensión de las instituciones democráticas.

Para concluir, una evidencia. Si en la UE algo ha quedado más claro aún desde que estalló la pandemia, es que este modelo de integración Europea no sirve y es incapaz una vez más, como ocurrió en 2008, de dar respuestas claras, solidarias y rápidas a las necesidades de millones de personas que a día de hoy sufren de forma directa las consecuencias de la crisis provocada por la propagación del virus COVID19.

El IV Foro de las fuerzas progresistas, verdes y de izquierda que celebraremos a finales de 2020 debería ser un espacio donde confluir en la configuración de esa Europa de los pueblos, desde el Atlántico hasta los Urales.





lunes, 8 de junio de 2020



La Unión Europea frente al espejo

 O JUGAMOS TODOS O LA PELOTA SE PINCHA

La izquierda europea, debe plantear esta salida a la crisis como una oportunidad para construir otro modelo de integración.

La crisis de COVID-19 y la respuesta, insuficiente, que se está dando por parte de la UE está poniendo a ésta frente al espejo y se puede convertir en una crisis de carácter existencial. En ese espejo se refleja el carácter insolidario, desigual y la consagración de la austeridad fiscal y económica que representa.

Si de algo ha servido esta crisis es para que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, declarase solemnemente que ponía fin al Pacto por la Estabilidad que tanto daño y sufrimiento ha insuflado a las clases populares europeas. El reto, ahora, es su supresión definitiva y la consecución de políticas audaces de inversión pública y redistribución de la riqueza para el escenario de reconstrucción.

Una crisis existencial que se da en el marco de una transición geopolítica que ya había desplazado, en gran medida, el centro hacia el continente asiático. En ese contexto la UE, que representa el 7% población y 23% del PIB mundial, deberá afrontar en qué lugar se quiere situar. Desde las fuerzas que defendemos una integración alternativa se puede ver esto como una oportunidad de avance de unas posiciones contra-hegemónicas pero tampoco hay que olvidar que lo afrontamos desde una extraordinaria debilidad y con gran resonancia de los discursos insolidarios y autoritarios.

Es paradigmático que a principios de la crisis Italia solicitara la activación del sistema de Protección Civil Europeo y que ningún país prestara apoyo. Son paradigmáticas las prohibiciones, y obstaculizaciones, de exportación de material sanitario entre países de la Unión. En contraste, brigadas médicas de Cuba aterrizaban en Italia y Andorra y un contingente militar de ayuda médica rusa circulaba por las carreteras italianas.

Las medidas aprobadas son claramente insuficientes ya que responden a la lógica de la actuación a través del mercado, de financiar a los bancos para que sigan haciendo negocio con la financiación a estados, empresas y familias. Lo que necesitamos es la aprobación de un Plan de reconstrucción con unas bases fundamentales de rescate de las personas, reconstrucción de servicios públicos, reindustrialización verde , en definitiva, poner las bases de una economía al servicio de los intereses de la clase trabajadora y del planeta necesita de todos los recursos disponibles, que los hay, y de una redistribución equitativa de los mismos.

En esa línea está la crítica a los mecanismos propuestos de financiación, mediante el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) por ejemplo, que supondría un nuevo endeudamiento de los países más golpeados por la crisis, como España y una cierta estigmatización en Europa de que estos países no han sabido hacer bien sus deberes y ahora tienen que ser “semi-rescatados”, sin atender al carácter global de la crisis. Por otro lado, la UE aprobó otro instrumento financiero, el SURE, dotado de 100.000 millones de euros para dar cobertura por ejemplo a los ERTEs. Estos son totalmente insuficientes. Los países del norte ni siquiera querrían que se usase el MEDE y por eso lo han limitado a únicamente cubrir gastos sanitarios equivalentes al 2% de su PIB en 2019, y por otro lado, los fondos de desempleo propuestos en su mayoría no son fondos nuevos movilizados.

Unas medidas solidarias y comunitarias pasarían por que el BCE financiase directamente a los Estados, por la creación de deuda pública europea mutualizada, es decir, compartida mediante los ya famosos coronabonos. Otra propuesta interesante que se ha realizado por parte del Gobierno español ha sido la creación de un fondo de reconstrucción europeo de 1,5 billones de euros que sirviera para ayudar a las economías de todos los Estados, sobre todo a los más afectados. Se financiaría bajo la fórmula de deuda perpetua, lo que en la práctica supondría mutualizar una parte importante del gasto generado en salir de este desastre y financiaría directamente a los Estados. Supondría un mecanismo más solidario, que hiciera que los que más tienen se hagan cargo de sostener al resto, intentando que nadie se quede atrás.

Si no queremos dejarlo, de nuevo, en manos de los mercados, la izquierda europea, junto con las fuerzas progresistas, sindicales y sociales, debe plantear esta salida a la crisis como una oportunidad para construir otro modelo de integración justo, solidario y cooperativo y que ponga la sostenibilidad de la vida. Porque o jugamos todos y todas, con otras reglas, o la pelota se pincha.




viernes, 5 de junio de 2020


Detener la pérdida de biodiversidad es esencial para protegerse de futuras pandemias


El 22 de mayo se celebra el Día Mundial de la Diversidad Biológica. Su objetivo es poner en valor la importancia de los ecosistemas y los procesos que estos dan a la sociedad. 2020 se nombró “super año de la biodiversidad” por la ONU. Es también el año en que la comunidad internacional se enfrenta a las consecuencias de la pandemia provocada por la COVID-19. En este contexto, Ecologistas en Acción destaca que la biodiversidad es precisamente la mejor barrera natural para protegerse de este tipo de amenazas.
Las acciones humanas han tenido impactos muy significativos en más de tres cuartos de la superficie terrestre del planeta, destruyendo más del 85 % de los humedales y destinando más de un tercio de toda la superficie terrestre –y casi el 75 % del agua dulce– disponible a la producción agrícola y ganadera. Ha sido la actividad humana, especialmente los sistemas financieros y económicos mundiales bajo el paradigma del crecimiento económico a cualquier precio, la que ha causado la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y las últimas pandemias.
La destrucción de los ecosistemas, la expansión descontrolada de la agricultura, la deforestación desenfrenada o la cría intensiva de animales en granjas han facilitado la transmisión de enfermedades de la fauna a los seres humanos, causando un enorme impacto en muertes de personas. Si no se conserva la biodiversidad las futuras pandemias serán más frecuentes, puede que se propaguen de forma más rápida y que tengan una repercusión social y económica mayor.
Ante la necesidad de un compromiso político con la biodiversidad que vaya más allá del manifestado hasta la fecha, Ecologistas en Acción propone al Gobierno de España y a los diferentes gobiernos autonómicos las siguientes medidas:
 1.   Blindar la legislación ambiental existente

La legislación actual, aunque insuficiente en algunos aspectos, ha demostrado ser positiva para las conservación del medio ambiente. Rebajar esta normativa para favorecer el crecimiento económico es un grave error que algunas administraciones autonómicas ya están proponiendo y que agravará los diferentes componentes de la emergencia ecológica y sanitaria.
2. Recuperación económica que fomente una transición ecológica justa

Es esencial que las medidas que se tomen en la lucha contra la actual pandemia no supongan un aumento del riesgo de que se produzcan nuevo brotes en el futuro.
Para ello es esencial:
·         La puesta en marcha de forma urgente de medidas de estímulo y recuperación económica que se basen en actividades sostenibles y positivas para la naturaleza.
·         Rechazar la puesta en marcha de ayudas económicas a sectores responsables de la crisis ecológica tales como la aviación o la automoción.
·         Potenciar la sanidad pública y financiar la capacidad sanitaria en los focos de enfermedades emergentes y poner en marcha programas de vigilancia.

3. Priorizar las medidas para detener la pérdida de biodiversidad

Las administraciones españolas han dado la espalda las últimas décadas al compromiso que España asumió de detener la pérdida de biodiversidad. Debido a la COVID-19, la necesidad de tomar medidas para detener la pérdida de biodiversidad es todavía mayor, ya que la naturaleza es la mejor defensa ante esta y futuras pandemias.
Por ello, Ecologistas en Acción propone:
·         Intensificar la acción política contra la pérdida de biodiversidad a nivel estatal, europeo e internacional, presionando para que la Unión Europea lidere la correcta toma de decisiones en futuras cumbres como la COP26 de cambio climático y la COP15 de biodiversidad, y promoviendo y financiando iniciativas para la conservación y restauración de ecosistemas globales.
·         Aprobar un plan de emergencia estatal para detener la pérdida de biodiversidad en territorio español. Este plan debería incorporar medidas concretas para cumplir los compromisos de las Metas de Aichi del Convenio de Diversidad Biológica y de la Estrategia Europea de Biodiversidad. Como objetivo prioritario las políticas sectoriales y el uso de fondos públicos deben estar condicionadas a la conservación de la biodiversidad, no contribuyendo a fomentar las causas que producen su pérdida.
·         Poner en marcha planes específicos coordinados entre el Estado y las Comunidades Autónomas de restauración de los ecosistemas degradados por la acción humana. Transformación de prácticas agrarias y de gestión forestal que compatibilicen producción con protección de la biodiversidad, a través por ejemplo del impulso decidido a la agricultura ecológica y la gestión forestal sostenible. Es decir, priorizar todas aquellas prácticas que favorecen la conservación y recuperación de los procesos ecosistémicos y, por tanto, suponen beneficios esenciales para la seguridad humana.
·         Por su riesgo potencial para la salud humana, se debe prohibir el comercio de especies silvestres independientemente de su estatus de conservación y reforzar herramientas ya existentes como el plan de acción español contra el tráfico ilegal y el furtivismo Internacional de especies silvestres.
·         Establecer una nueva fiscalidad ambiental que grave las actividades más dañinas con el planeta, de forma que esos recursos adicionales puedan ser utilizados a nivel estatal y autonómico para impulsar las inversiones en conservación del patrimonio natural: Red Natura 2000, espacios naturales protegidos, así como invertir en restaurar ecosistemas degradados. 

       ECOLOGISTAS EN ACCION