Las consecuencias del amianto
Los trabajadores hemos contagiado a
no pocos periodistas en el uso inapropiado del término asbestosis por hacer
extensivo el empleo del mismo para designar a toda la variopinta naturaleza de
la amplia gama de enfermedades conocidas conjuntamente como patologías
asbesto-relacionadas y que, desde las más benignas hasta las
específicamente reconocidas como malignas -cánceres-, por desgracia vienen a
configurar todo un amplio conjunto de diversos padecimientos determinantes de
unas muertes prematuras y susceptibles de haber podido ser evitadas.
Peor entidad, al menos a nuestro propio parecer, viene a asumir el contagio del
uso generalizado del término asbestosis para designar a todas las dolencias
originadas por el amianto, cuando el contagiado es el propio experto, como está
ocurriendo actualmente.
Por supuesto que el colmo de ese uso inapropiado del término asbestosis lo
tendremos cuando se emplea para designar a la contaminación medioambiental de
los edificios a causa del amianto.
Es eso lo que vino a hacer todo un señor ministro -Alberto Oliart Saussol- en
su posterior etapa como responsable de las instalaciones de TVE en Prado del
Rey (Madrid) para aludir a la situación de los platós en los que las
vibraciones generadas por los entusiastas aplausos del público asistente en directo
determinaban la caída de una fina llovizna de partículas de
crocidolita o amianto azul, la variedad más cancerígena, que se había empleado
en el aislamiento ignífugo de los susodichos platós.
A lo que pudiéramos llamar el repertorio clásico de las dolencias asociadas a
la exposición al amianto, en la actual coyuntura determinada por la pandemia,
tendremos que añadir, además, obviamente, el enorme riesgo adicional que
presupone la condición de afectado por alguna de las llamadas patologías
asbesto-relacionadas, en general, y singularmente de la asbestosis, en
particular, pero sin olvidarnos tampoco del mesotelioma pleural y del carcinoma
pulmonar / bronquial, ambas enfermedades de carácter maligno, esto es, que son
cánceres.
Enfermedades relacionadas con el amianto
- Acropaquia. Son los llamados “dedos hipocráticos”, “dedos palillo de tambor”
o “dedos palo de golf”. Se trata del engrosamiento de la carne de debajo de la
uña, determinando la curvatura de la misma, en forma de cristal de reloj, o de
cuchara invertida, y son las llamada anomalías ungueales. Es un mal presagio,
toda vez que son causados por la hipoxia, esto es, la privación del suministro
adecuado de oxígeno. El mecanismo desencadenante propuesto sería a través de la
acción del asbesto sobre los inflamosomas, complejos intracelulares que actúan
como sensores y mediadores de la inflamación, que es un mecanismo natural de
defensa del propio organismo.
- Cuernos cutáneos o callos del amianto. Ocasionalmente pueden devenir en
epiteliomas basocelulares que son cánceres cutáneos.
- Disfunción de la pequeña vía aérea / EPOC / Alveolitis Pulmonar, cuando ha
sido originada por exposición al amianto o por sinergia con tabaquismo
concurrente. Dentro de este contexto general de la EPOC, cabe singularizar el:
- Enfisema. Consiste en el agrandamiento permanente de los espacios aéreos
distales a los bronquiolos respiratorios, con destrucción de la pared alveolar,
con o sin fibrosis. Es una enfermedad crónica, comprendida, junto con la
bronquitis crónica, en la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). El
nombre viene del griego emphysema, que significa "soplar el
aire" o "insuflar'.
- Placas pleurales, tanto las calcificadas como las no calcificadas, las
denominadas «placas hialinas». Cuando están extendidas a toda la pleura son el
“engrosamiento pleural difuso”, más nocivo por afectar gravemente casi siempre
a la capacidad respiratoria.
- Atelectasias redondas. Una forma inusual de colapso pulmonar no segmentario y
periférico que simula una neoplasia pulmonar o pleural. Son consecuencia del
enrollamiento sobre sí mismo de una parte del pulmón, secundario a una
afectación pleural.
- Bronquiectasias por tracción. En ellas, la fibrosis pulmonar tracciona o
distorsiona las vías respiratorias en formas que en las imágenes radiográficas
simulan a las verdaderas bronquiectasias.
- Insuficiencia respiratoria crónica / Disnea (sin neoplasia concurrente).
- Asbestosis. Es una enfermedad crónica del pulmón, causada por la inhalación
de fibras de amianto. La exposición prolongada a estas fibras puede hacer que
se formen cicatrices permanentes en el tejido pulmonar y provocar la sensación
de falta de aire. Se trata de una fibrosis progresiva e irreversible que va
afectando gradualmente a la función respiratoria.
- Cor pulmonale. Es una afección que causa insuficiencia del lado
derecho del corazón. La presión arterial alta, prolongada, en las arterias
pulmonares y en el ventrículo derecho del corazón, puede provocar el cor
pulmonale. Su asociación con la exposición al amianto cuenta con una
bibliografía confirmatoria desde fechas bien tempranas, por ejemplo en relación
con los llamados niños mecheros. Tenían el cometido de encender las mechas
después de que los técnicos hubieran situado los explosivos.
- Fibrosis extra-pulmonares, en general, y en particular:
- Fibrosis retroperitoneal.
- Derrames pleurales, asociados a la exposición al amianto.
- Mesotelioma, en sus diversos asentamientos: pleural, peritoneal, pericárdico,
peri-testicular, o en íleon o epiplón mayor.
- Carcinoma bronquial o pulmonar.
- Cáncer de laringe.
Las patologías incurables
A día de hoy, las dos patologías más firmemente ligadas a la exposición al
amianto, esto es, el mesotelioma y la asbestosis, son incurables.
Imaginemos por un momento que, milagrosamente, se llegasen a poder
poner en práctica sendos tratamientos para ambas dolencias, con un 100% de
éxito. ¿Qué consecuencias prácticas se derivarían de esa hipotética situación,
para los enfermos? Pues que, evidentemente, se librarían de su enfermedad pero,
al mismo tiempo, la contaminación que la originó seguiría presente en sus
cuerpos, en disposición de poder reanudar el daño. Y si ese enfermo, curado o
no, falleciese y su cuerpo fuese incinerado, entre sus cenizas aparecería un
polvillo blanquecino, azulado o pardo, mezclado con esas cenizas, que no sería
otra cosa que amianto, en disposición de dispersarse en la atmósfera y
proseguir su letal tarea en otros humanos asentamientos. El fuego de la
cremación, no lo habrá podido destruir. Es una condena a muerte que va más allá
de la propia vida.
Sólo el trasplante pulmonar permitirá soslayar esa persistencia, aunque será
sólo parcialmente porque el asbesto o amianto seguirá presente en otros órganos
y tejidos orgánicos.
La asbestosis es una fibrosis ciertamente invalidante, progresiva e
irreversible, pero no es un cáncer.
El mesotelioma sí lo es, incurable, igualmente que el carcinoma pulmonar o
bronquial, el cáncer de laringe o el de ovarios, todos ellos relacionables con
el amianto.
FRANCISCO BÁEZ BAQUET. Es un investigador sobre el amianto y sus
consecuencias que trabajó en la empresa Uralita, dónde fue representante
sindical por CCOO. Participó en la elaboración en 1984 de la primera ley
específica sobre el amianto.