jueves, 11 de junio de 2020


Este modelo de integración europea no sirve

PROTEGER ECONÓMICA Y SOCIALMENTE A LA POBLACIÓN MÁS VULNERABLE

El PIE alerta sobre los intentos de aprovechar la situación para imponer un recorte de las libertades y suspensión de las instituciones democráticas en algunos países.

Es importante que las fuerzas progresistas y de izquierdas, políticas, sindicales y movimientos nos expresemos y busquemos sintonía, para batirnos el cobre y dar salidas a la crisis que ya está en marcha, y no permitir que sea el sistema capitalista el que continúe con sus políticas que sin lugar a dudas nos han conducido al caos.

Esta crisis es planetaria, y por tanto las soluciones también lo deben ser. Por supuesto que en cada caso habrá cuestiones específicas, sobre todo a corto plazo, puesto que la pandemia no ha atacado con la misma virulencia ni a continentes, ni a países, ni siquiera a regiones de las diferentes naciones. Pero el sistema imperante hace que en la mayoría de los países quién sufre de forma desgarradora los efectos del COVID 19 es la clase trabajadora, los y las inmigrantes, las mujeres y todos los colectivos en situación de vulnerabilidad, esto es el 90% de la población mundial.

Las continuas declaraciones primando la economía capitalista a la vida, sobre todo de Bolsonaro o Trump, y negando la evidencia científica o acusando a China de crear el virus, muestran que todo vale dentro de este sistema. Los gobiernos autoritarios aprovechan la ocasión para recortar libertades y vulnerar los derechos humanos como sucede en Ecuador, Bolivia, Colombia, Filipinas, Sahara, Líbano, Siria, Palestina, Hungría y Eslovenia. Continúan las guerras, los ataques furibundos a Venezuela y el bloqueo tanto de ese país como de Cuba, a pesar de la importantísima ayuda sanitaria cubana a muchos países a nivel mundial.

Acercándonos a Europa, y frente a esta inoperancia de la UE, desde el Partido de la Izquierda Europea planteamos la necesidad de proteger ya a la población, tanto en el plano económico como en el social, y de una forma especial a los miles de trabajadoras y trabajadores que están perdiendo sus empleos y sus ingresos, a las mujeres -principales paganas de la crisis como trabajadoras y como sufridoras del agravamiento de la violencia de género (sobre todo la doméstica)-, a inmigrantes y toda la población vulnerable por una razón u otra.

Reclamamos medidas inmediatas, como más inversión en los servicios públicos, una política fiscal justa, que el BCE financie un plan de inversión europeo capaz de poner en marcha el empleo y garantizar un cambio de modelo medioambiental y social de la producción y de la economía. Al mismo tiempo exigimos la anulación del Mecanismo Europeo de Estabilidad que representa una forma innecesaria y perjudicial de intervenir en los presupuestos públicos de los diferentes países de la UE. Esto, a corto plazo.

Consideramos imprescindible la aprobación de un verdadero Plan de Reconstrucción que contemple medidas como un plan de rescate económico para los trabajadores y sus familias en el que los que no pueden, no deben pagar alquileres o hipotecas. También garantizar la prohibición expresa de la suspensión de los convenios colectivos y la reducción de los derechos de los trabajadores y acciones de emergencia para las pequeñas y medianas empresas y los trabajadores autónomos.

A la vista está que hay que dedicar recursos extraordinarios para los sistemas públicos de salud, creando a la vez de forma inmediata un Fondo Europeo de Salud financiado por la BCE con títulos a 100 años que no son negociables en los mercado, junto con unos planes de Reconstrucción Económica que desarrollen procesos de industrialización sostenibles con la participación del sector público. Es vital diseñar otra política de Justicia Fiscal que plantee un nuevo modelo recaudatorio que grave los grandes capitales y la riqueza, acabando con los paraísos fiscales.

Las mujeres somos las más precarias, las cuidadoras, cajeras, limpiadoras, esto es el lumpen proletariado en su gran mayoría. Necesitamos planes específicos que impidan que sea ese 51% de la población quienes paguemos de forma mayoritaria la crisis. Por tanto hay que desarrollar un plan concreto que proteja a trabajadoras, paradas y colectivos de riesgo, como las mujeres prostituidas o sometidas a violencia.

Hay que dar una respuesta humanitaria a los cientos de miles de seres humanos que tienen que abandonar sus hogares escapando de la miseria, el hambre, las enfermedades y las guerras, y cuya situación se ha agravado por la nueva crisis.

Y ya por último, no dejar nunca de lado la defensa de la democracia frente a los intentos de aprovechar la situación de emergencia para imponer un recorte de las libertades públicas y una suspensión de las instituciones democráticas.

Para concluir, una evidencia. Si en la UE algo ha quedado más claro aún desde que estalló la pandemia, es que este modelo de integración Europea no sirve y es incapaz una vez más, como ocurrió en 2008, de dar respuestas claras, solidarias y rápidas a las necesidades de millones de personas que a día de hoy sufren de forma directa las consecuencias de la crisis provocada por la propagación del virus COVID19.

El IV Foro de las fuerzas progresistas, verdes y de izquierda que celebraremos a finales de 2020 debería ser un espacio donde confluir en la configuración de esa Europa de los pueblos, desde el Atlántico hasta los Urales.





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