miércoles, 19 de agosto de 2015

POR UNA SALIDA DEMOCRATICA Y SOCIAL DE LA CRISIS DE GRECIA EN EL MARCO DE UNA REFUNDACION DE UNA EUROPA INTEGRADA Y SOLIDARIA
La fase actual de la crisis de Grecia pone en evidencia que tanto los objetivos como el funcionamiento de la Unión Europea están plenamente al servicio de un poder oligárquico de raíz financiera/especulativa. Hablamos de un poder concentrado geográficamente en la región centroeuropea, pero que en realidad abarca también al conjunto de poderes dominantes en el resto de países de la Unión, incluyendo, por supuesto, a España, poderes que tratan de aprovechar la crisis para definir un nuevo modelo de relaciones sociales, laborales, económicas y humanas que institucionalicen de forma irreversible el neoliberalismo.
Es cierto que la Unión Europea desde el principio era ya una estructura al servicio de los grupos de interés más grandes y poderosos del continente. Y la unificación recibió el apoyo de poderosos grupos de presión como la Mesa Redonda Europea de Industriales que dicta en 1980 el proyecto de mercado único de 1992, preconiza la moneda única con estrictos criterios de convergencia, la conocida como norma de Maastricht y a principios de 2002, plantea las bases de la siguiente fase: la gobernanza económica, una autoridad altamente centralizada que pilote toda la política económica.

Mientras la Unión Europea estaba siendo diseñada como un proyecto al servicio del capital financiero, y mientras los Estados quedaban desprotegidos ante la presión de los capitales internacionales, se sucedían las hipócritas declaraciones altisonantes sobre la "Europa social".

Si quedaban dudas sobre la aspiración de poder revertir esta situación en el marco institucional de la actual UE, la actuación de ésta en los últimos años, tanto en su propia periferia occidental y meridional (Chipre, España, Grecia, Italia, Irlanda, Portugal) como en su esfera de influencia oriental en construcción (caso de Ucrania), ha desvelado definitivamente que la UE es una fuerza implacable al servicio de un modelo neoliberal. Un modelo que arruina poblaciones, tuerce las voluntades democráticas y desestabiliza económica y políticamente todo país en el que se atisbe cualquier resistencia al neoliberalismo.
Recientemente el Gobierno de Grecia ha intentado rebelarse y dar la palabra al pueblo, sometiendo a referéndum el intento de imposición de medidas antisociales. El resultado de la consulta popular no ha dejado lugar a dudas, y la gran mayoría del Pueblo Griego ha apostado por una salida justa al conflicto, negociando y en el marco de la defensa de su propia soberanía.
A pesar de ello ni la Troika ni quienes dirigen la Unión Europea aceptaron los resultados del Referéndum y de esta manera, el día 12 de julio, el gobierno griego tuvo que aceptar, bajo las fuertes presiones de Alemania, de Francia, de la Comisión Europea y del Eurogrupo, un pacto leonino, que supondrá mas dolor y privaciones al pueblo griego.
La amenaza de expulsión de Grecia de la Eurozona ha sido el arma de chantaje que se ha utilizado para una capitulación, que va a tener consecuencias sin duda difíciles para Grecia y para el resto de la periferia de la Unión Europea. El acuerdo que se ha firmado supone la negación de raíz la idea de una Europa unida y pacífica, solidaria e igualitaria por la que la mayoría social del continente ha luchado durante muchas décadas.
El acuerdo castiga otra vez a la economía y al pueblo griego, con la continuación de las políticas de austeridad y la renuncia a la soberanía popular. Y, con todo, de forma terriblemente paradójica, la cuestión es que, a partir de la aplicación del propio contenido del acuerdo, la deuda griega aumentará, la situación económica del país seguirá empeorando y el discurso oficial de la salvación del euro que el ministro De Guindos ha enunciado se denota claramente como falaz.
La soberanía griega ya no existe. Se cierran los bancos griegos durante semanas, se pone la pistola sobre la cabeza de los griegos para imponerles un dictado humillante y Europa pisotea su primer principio de igualdad, anclando así un nuevo concepto en los cimientos de Europa: un Estado miembro puede ser aplastado si no marcha al son de la política de rigor monetario. Atenas está bajo tutela. El Gobierno debe recibir luz verde por parte del FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo - la Troika - antes de presentar al Parlamento cualquier proyecto de ley o antes de consultar a la sociedad civil. Está escrito en las conclusiones finales del Dictado de Bruselas.

El Parlamento de Grecia se ve reducido a una institución sin capacidad real para decidir libremente las políticas economicas que aplicar en su propio Pais, sino que debe limitarse a ejecutar las resoluciones redactadas fuera de Grecia.

Además, la posibilidad de expulsar a Grecia de la zona euro termina con la irreversibilidad de la adhesión a Europa. Aunque esta amenaza no se haya consumado por el momento, el hecho de que haya sido aceptada como una opción significa que de aquí en adelante cualquier pertenencia a la Unión Europea es condicional, y ha quedado claro que si un país no cumple con las imposiciones podrá ser expulsado.

El dictado de Bruselas ha hecho explícito a todos, incluido por supuesto el Estado español, que en última instancia Berlín decidirá quién puede pertenecer al núcleo que toma las decisiones en esta Unión Europea y quién será confinado a la zona de Estado intervenidos económica y políticamente, nada más lejos de la idea de una Europa democrática y solidaria.

Pero todavía es mas dramática la situación si tenemos en cuenta que el Dictado de Bruselas del 12 de julio que crucificaba al Pueblo de Grecia no ha resuelto nada, no resuelve ninguna de las desigualdades estructurales presentes en la zona del euro desde sus inicios. No resuelve nada de la insoportable crisis de la deuda que se crea como consecuencia. No resuelve ninguno de los desequilibrios estructurales de Europa ni la hemorragia interna que sufre el continente. Y, por último, la situación sin salida de Grecia persiste.

Cuando se haga evidente que los griegos no podrán cumplir con los requisitos demenciales, tendremos un nuevo episodio de consultas de crisis, con requisitos todavía más impactantes, hasta que Grecia sea expulsada del euro u obligada a abandonar el euro "por su propia iniciativa".

Por todo ello.

1- Desde un reconocimiento de los intentos del Gobierno de Grecia por conseguir una salida justa y democrática a la crisis, pero sobre todo desde la solidaridad con el pueblo de Grecia y su determinante voluntad de rechazar mas imposiciones de medidas antisociales y neocoloniales, expresada en el Referéndum del día ...., el Congreso de los Diputados rechaza plenamente las medidas contempladas en el Memorando de Entendimiento para un Acuerdo "tecnico" con los acreedores para un tercer rescate de Grecia.

2- En este senido el Congreso de los Diputados insta al Gobierno parra que apoye la quita de la deuda griega, tal como recomienda el FMI y el sentido común, ya que con una deuda del 180-200% no se puede tener una economía estable, es una deuda impagable que sume al Grecia en un círculo vicioso sin salida que condena a todo un pueblo a una sumisión perpetua a los poderes financieros, por lo tanto el Gobierno de España debe apoyar al Gobierno griego en sus esfuerzos por reconducir el problema de la deuda.

En consecuencia, el dinero de los contribuyentes españoles debe ir para ayudar al Plan de Desarrollo para Grecia y no para pagar a los bancos franceses y alemanes acreedores de la deuda griega, el dinero que aporte España no debe ir engrosar el capital de los bancos que han provocado esta crisis, sino que de forma solidaria, debe servir para ayudar al Gobierno de Grecia en sus esfuerzos por paliar la crisis económica y humanitaria de su país

3- Al mismo tiempo el Congreso de los Diputados insta al Gobierno de España para que deje de lado la sumisión y entreguismo asuma la defensa del interés general y para ello ayude a la conformación de un espacio de cooperación de la periferia que confronte con el proyecto de configurar una Europa marcada por un centro dominante y una periferia dependiente y que para ello se plantee la necesidad de abrir un proceso constituyente en la Unión Europea que permita el desarrollo de una integración horizontal, solidaria e integradora, basada en una democracia real de las instituciones y organismos europeos, desde el Parlamento, hasta el Banco Central, una integración que sitúe a las personas en el centro de sus objetivos de manera que posibilite una salida democrática y social de la crisis en el marco de una nueva Europa.






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