Reciclaje y economía circular
VERDADES A MEDIAS
Para muchos sectores, poder afirmar ante la opinión pública que los desechos de
sus actividades pueden ser reutilizados parece ser una coartada para que no se
pongan obstáculos ni reticencias a sus procesos, libres ahora de cualquier
cuestionamiento ambiental.Pero se trata de una verdad a medias. Pensemos, por ejemplo, en un
tema tan controvertido como el plástico. Si, en teoría, gran parte
de ellos son reciclables, el problema es que este proceso no se puede realizar
en su totalidad, debido a su heterogeneidad. El plástico de una bolsa no tiene
la misma composición que el de un envase de margarina, una botella, una bandeja
de corcho blanco o una tarjeta de crédito. Por ello, las empresas optan por
reciclar plásticos homogéneos (polietileno de baja densidad sobre todo),
procedentes de invernaderos o de residuos industriales, dejando las demás
fracciones en el vertedero. Asimismo, en la industria del papel se parte, en
gran medida, de papel recuperado. Pero no todo lo que se deja en el contenedor
es suficiente, hay papel que no se retorna, y las fibras de celulosa se rompen
a los 5/7 reciclados, por lo que hay que acudir a la introducción de madera en
la cabecera de los procesos. Por tanto, hay muchos procesos y
actividades que no pueden considerarse completamente circulares.
Aprovechar los residuos es la última opción, obligada sin duda, antes de
perderlos, pero la gran diferencia entre las posiciones ambientales y las
empresariales es que las primeras ponen el énfasis en la reducción y el
cuestionamiento del consumo dentro de un estilo de vida sencillo y contenido.
El fabricante, por el contrario, no quiere límites, su objetivo es producir,
publicitar, crear la necesidad y vender. Mínimos costes, máximos beneficios.
Poder presentarse ante la sociedad como preocupado por los requisitos
ambientales -que en la mayor parte de las ocasiones es si acaso reciclar-
muestra la cara amable, no siempre real, del producto a comercializar o la
marca que lo patrocina.
Se han creado, incluso, consorcios que viven del reciclaje y
que bajo prefijos como eco les interesa que el proceso no
decaiga. A más envases, más negocio. Pero, como se ha expuesto, nada tiene que
ver con los planteamientos ambientales porque, además de reducir el
consumo, clave de todas las contaminaciones y crisis, los envases
deben ser reutilizados a través de sistemas de devolución y canje. Y los
productos deben ser reparados, con adecuados servicios técnicos que eviten su
descarte prematuro.
Es importante desenmascarar estas modas circulares que en poco ayudan a
resolver la problemática ambiental. Las razones que las han generado se
encuentran en la ignorancia (o indiferencia) sobre los límites que el planeta
tiene, aspecto éste que el capitalismo no se encuentra muy dispuesto a asumir
pues va contra su propia esencia. Sin embargo, no hay otra vía para detener el
crecimiento exponencial de los residuos y de las materias primas que los
generan, lo que supone otro modo de pensar y producir, acorde a la visión
armoniosa entre el ser humano y la naturaleza que el planeta necesita.
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