jueves, 26 de noviembre de 2020

 CONTRA LA PANDEMIA FASCISTA Y MONÁRQUICA


 No hay soledad porque no hay olvido. No hay olvido porque seguimos en la lucha por el camino que un día trazasteis.

Justicia, ¡quítate la venda de los ojos!

Hacía unos recados por el centro de Madrid y he chocado con un ejercicio de recuerdo reivindicativo, lleno de amor, fuerza, lucha y emoción.

Caminaba por la calle Atocha y a la altura del número 55 observo un hilo humano depositando claveles rojos en el monumento El Abrazo en la Plaza de Antón Martín. Las familias de los abogados de la matanza de Atocha, sus abogadas y abogados y la fundación que lleva su nombre. Sospecho que el alma de Genovés les acompañaba, agradeciendo una vez más el buen uso de su obra.

Frente a la injusticia cometida por la justicia, protestaban en silencio, como sucediera en el entierro en 1977 de sus seres queridos y camaradas, por la puesta en libertad del asesino Carlos García Juliá tras condonarle una pena pendiente de más de 10 años de cárcel.


Mientras observaba, compartía los sentimientos de dolor e indignación como colectivo de lucha y reivindicación de la memoria de esa España a la que con tanto interés quieren mantener oculta. ¿Por qué será? Al mismo tiempo pensaba en sus sentimientos más íntimos. Arrebataron la vida a quienes fallecieron tan jóvenes, alegres y llenos de ilusión que trabajaban por un futuro libre y justo. Durante el resto de su vida, cada latido de corazón, cada golpe de aliento de los supervivientes fue y es un dolor insoportable. Y sus familias…

Ha sido breve, en igual silencio se han retirado hacia su cotidianeidad. He reprimido las ganas de correr hacia el grupo y fundirme en un silencioso abrazo infinito como agradecimiento de quienes no estábamos presentes. Pero no hacía falta, sospecho que lo saben. Han recogido el testigo, no se han rendido y siguen luchando por la justicia y la democracia. Ahí están cada 24 de enero y durante cada día de cada año desde 1977.

Vivimos con preocupación momentos de pandemia sanitaria que ha tenido principio y tendrá fin pero vivimos con horror los años/siglos de pandemia fascista y monárquica perfectamente selectiva con las clases sociales. La tragedia es que para esa pandemia hace también años/siglos que sí existe vacuna y el poder del capital no permite inyectarla.

Salud camaradas, compañeras y compañeros, a quienes os fuisteis y a quienes os habéis quedado. A quienes venís a continuación. No hay soledad porque no hay olvido. No hay olvido porque seguimos en la lucha por el camino que un día trazasteis.

Y permíteme camarada Sarabia que a modo de hasta pronto utilice las palabras que durante tantos años salieron de tus labios, de tu corazón, y “pronuncie sus nombres despaciosamente porque así cobra sentido la historia y ponen armonía en el universo: Luis Javier Benavides Orgaz, Lola González Ruiz, Serafín Holgado de Antonio, Luis Ramos Pardo, Ángel Rodríguez Leal, Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, Miguel Sarabia Gil, Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco, Enrique Valdelvira Ibáñez”.

MICAELA S. GIL 

 

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