jueves, 27 de agosto de 2020

 

Potenciar la participación de las mujeres del medio rural

 La igualdad real como vía para el acceso a los puestos de gobernanza.

Estas son las cifras de la España despoblada. De los 8.124 municipios del país, 1.319 cuentan con menos de 101 habitantes, a fecha de 1 de enero de 2017. Otros 3.660 tienen menos de 1.000 personas empadronadas. Eso quiere decir que el 61% del total de las localidades son pequeñas o muy pequeñas (INE).

En conjunto, el medio rural comprende 6.694 municipios, ocupa el 84,5% del territorio pero sólo acoge al 17,6% de la población. Y a diferencia de lo que ocurre en el resto de España, aquí hay más hombres que mujeres: el 51% frente al 49%, según datos del Diagnostico de la igualdad de género en el Medio rural. Esa es una de las cuestiones más llamativas del medio rural, la masculinización del mismo, que haya 108 hombres por cada 100 mujeres según el padrón de 2014. No es que nazcan menos mujeres, sino que éstas emigran en mayor proporción hacia las áreas urbanas.

Las mujeres del medio rural sufren una doble discriminación: por ser mujeres y por vivir en el medio rural. Son ellas las que se ocupan, casi en exclusiva, de las funciones de sostenimiento de la vida, de las labores de cuidados en toda su extensión. La falta de servicios públicos, la pervivencia de estereotipos sobre lo que es propio de hombres y mujeres, y la sobreexposición de las mujeres en el medio rural, conlleva una dificultad añadida para que las mujeres se zafen de ciertos roles sociales. Esta situación, la doble y triple carga de trabajo y la precarización laboral, condicionan su actividad laboral, sus actividades de participación social y su ocio. Las amplias responsabilidades que las mujeres asumen en el mantenimiento del hogar en las zonas rurales no sólo obstaculizan su propia participación en los procesos de decisión, sino que facilitan la participación de los hombres en esos procesos, ya que estos dedican más su tiempo libre a participar en espacios de decisión.

Para alcanzar una verdadera situación de igualdad, es necesaria la participación equilibrada de mujeres y hombres tanto en el ámbito doméstico-familiar como en los ámbitos laboral, político y social.

Pero la realidad nos muestra que hay escaso número de mujeres en puestos directivos de cooperativas (en las cooperativas agrícolas de primer grado alrededor del 30% de sus integrantes son mujeres, pero en los consejos rectores no llegan al 5%). Lo mismo ocurre en los Grupos de acción Local, administraciones de segunda elección como consejos comarcales o diputaciones, (solo el 14% de las diputaciones provinciales están presididas por mujeres) o las Organizaciones Profesionales Agrarias.

También es muy escasa la presencia de mujeres en los ámbitos locales de representación política, (los hombres ostentan el 78,23% de las alcaldías, y las mujeres el 21,77%, tras las elecciones de 2019). Por ejemplo el 53% en las localidades de entre 100 y 1.000 habitantes nunca han tenido una alcaldesa. Los municipios de menos de 3.000 habitantes no tienen obligación de que las listas electorales sean paritarias.

Todo esto implica ausencia de la mujer en los ámbitos de toma de decisiones…

Un mundo rural vivo necesita de la presencia de mujeres en un contexto de igualdad real. Es imprescindible poner en marcha medidas que nos pongan en el camino para revertir esta situación:

-Recuperación e implantación (donde no los hubiera), de servicios públicos básicos, de un sistema público de cuidados, garantizando la educación de 0 a 3 años en las zonas de prioridad demográfica y descentralizando la red de recursos socio sanitarios que acerquen servicios a la población rural.

-Priorizar de manera clara las clausulas sociales relacionadas con la situación de la mujer rural en todos los contratos públicos. Por ejemplo, comedores escolares que utilicen productos cercanos producidos y /o transformados por cooperativas y pequeñas empresas cuyas titulares sean mujeres y aquellas con planes de corresponsabilidad.

- Apoyo económico y de otros recursos (locales, orientación) a las asociaciones de mujeres (como espacios de dinamización y de empoderamiento). Promover espacios culturales, de ocio y servicios de uso colectivo y gestionados por las mujeres de la zona.

-Planes especiales de apoyo a cooperativas de mujeres del medio rural, para la implantación de actividades económicas, con creación de empleo de calidad, digno y con derechos, y que estén relacionadas con los recursos endógenos, la tradición cultural o el entorno económico, que contribuyan al mantenimiento del medio y a mitigar el cambio climático y favorezcan la creación de empleo femenino en los sectores más masculinizados de la economía rural, como los relacionados con el medio ambiente.

-Obligatoriedad de representación paritaria en las cámaras agrarias, OPAS, cooperativas, mancomunidades etc…

-Cambio de la ley electoral, que obligue a todas las listas electorales en todos los procesos a estar al menos compuestas por un 50% de mujeres y que éstas ocupen al menos todos los puestos pares o todos los impares.

-Programas de Formación Profesional específica, dirigida de forma prioritaria a las mujeres para la diversificación de actividades en el medio rural, que fomenten su incorporación en actividades económicas tradicionalmente masculinizadas.

-Imprescindible transmitir una imagen positiva de la potencialidad del mundo rural y de las mujeres rurales y la incorporación de los hombres a las tareas de cuidados y sostenimiento de la vida.

Porque, SIN MUJERES NO HAY FUTURO.

PILAR GONZÁLEZMiembro de la Coordinadora Federal de IU y de la Red de Mundo Rural  

 

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