Jornaleras de Huelva: “Las mismas empresas que no respetan los derechos de los temporeros migrantes se niegan a contratar a españoles”
“Las mismas empresas que no respetan los derechos
de los temporeros migrantes se niegan a contratar a españoles”, asegura a
FemeninoRural Ana Pinto, portavoz de Jornaleras de Huelva en Lucha. Este
colectivo de trabajadoras esenciales de la fresa onubense que se baten el cobre
mano a mano con sus compañeras marroquíes contratadas en origen, apoya la
campaña #RegularizaciónYa a los sinpapeles, quienes se han dejado
la piel trabajando de sol a sol en el campo durante la pandemia.
Pinto explica que la poderosa industria de los frutos
rojos presente en Huelva “no quiere españoles. Dice que no queremos trabajar en
el campo. Pero si pagas 25 euros y te ahorras dar de alta en la Seguridad
Social, viva la Pepa”. Por eso, insiste en que “mientras haya personas sin papeles
siempre nos van a explotar”.
“El campo pide precios dignos. Eso incluye unas condiciones laborales dignas”
Así que, frente a los discursos del odio que apuntan cruel y erróneamente hacia quienes vienen de fuera y se encuentran en una situación de aún mayor vulnerabilidad, estas Jornaleras de Huelva en Lucha defienden que “si estuviéramos todos en las mismas condiciones, repercutiría en la mejora de los derechos humanos y laborales de todos los trabajadores”. Y añaden: “El campo pide precios dignos. Eso incluye unas condiciones laborales dignas”.
De hecho, la situación inhumana en la que las empresas de los frutos rojos onubenses -con el consentimiento de Administraciones Públicas locales, regionales, nacionales y europeas- mantienen a sus trabajadores, algo denunciado ya reiteradamente por la ONU, afecta tanto a locales como a extranjeros. “Aquí vamos a tener que ser emigrantes nosotros. Aquí en el campo cada vez quieren menos mano de obra autóctona. Hay trabajo para 3 ó 4 meses y el resto del año ¿qué hacemos?. No hay alternativas. Las ETTs (empresas de trabajo temporal) nos han precarizado la aceituna y la naranja. No tenemos trabajo ya”, expone Pinto.
“El contrato en origen deja mucho que desear. Buscan a las más precarias y con más necesidades”
Preguntadas por el contrato en origen al que recurren
las empresas freseras que operan en Huelva, las jornaleras valoran: “El
contrato en origen deja mucho que desear. Buscan a las más precarias y con más
necesidades: Entre 18 y 45 años, con hijos, divorciadas o viudas, para que
puedan explotarlas al máximo y que luego no se queden. Ellas no lo denuncian,
no porque sean analfabetas, sino porque tienen que darle de comer a sus hijos”.
Al término de la campaña de este año, marcada por la
pandemia de COVID19, más de 7.000 recolectoras marroquíes se quedaron varadas
en Huelva. Su situación se desbloqueó, según Ana Pinto, gracias a la lucha de
las propias afectadas: “El problema se consiguió resolver gracias a ellas. Han
sido valientes, han protestado. Se han echado palante y lo han
denunciado a cara descubierta. Doscientas temporeras se plantaron a la puerta
de una de las empresas y finalmente lo consiguieron. Ahora todo el mundo quiere
ponerse la medallita de su regreso”.
Y es que la contratación en origen, trufada de
irregularidades según ha denunciado prensa local independiente de investigación
como La Mar de Onuba, muestra cómo las empresas de los frutos
rojos, ya sean de capital español o extranjero, se lucran al disponer de un
ejército de mano de obra sin papeles en condiciones infrahumanas y de otro
ejército de jornaleros autóctonos precarizados y debilitados, provocando un
sinfín de problemas laborales, económicos y sociales en las zonas donde operan.
Muchas son las empresas freseras, españolas o extranjeras, que no solo exprimen
la tierra onubense, sino que también explotan los campos de Portugal, Marruecos
o Kenia.
Frente al coronavirus, “ha habido medidas en muy pocos sitios y después de denunciar”
El virus de COVID19, para el que no existen las
fronteras, ha campado a sus anchas en la agroindustria de todo el mundo.
También entre las freseras. De hecho, en junio, Marruecos sufrió un brote en
dos empresas hortofrutícolas españolas, en este caso de Sevilla y Navarra.
Volviendo a Huelva, las temporeras en lucha aseguran que, frente al
coronavirus, “la seguridad ha brillado por su ausencia y las inspecciones de
trabajo ni siguiera se han realizado presencialmente en el tajo. Las han hecho
de manera telemática. Ha habido medidas en muy pocos sitios y después de
que empezáramos a denunciar”.
Según la prensa local onubense, a principios de junio, aún vigente
el estado de alarma, una temporera de la fresa murió en el tajo. “Por causas
naturales”, según la versión oficial. En esta campaña afectada por la pandemia,
por falta de mano de obra, las jornaleras han estado más explotadas que nunca.
“Si ha estado trabajando 12 horas sin descansar ni un día a la semana, es
normal que se le haya roto el cuerpo”. Las jornaleras saben bien de lo que
hablan.
Ahora que la temporada en Huelva ha finalizado, los
campos de temporeros migrantes arden en Lepe y Lucena del Puerto, dejando a sus
trabajadores esenciales en la calle sin solución habitacional, sin su
documentación y sin las pocas pertenencias que se podían resguardar en las
chabolas. Algo que incluso ha provocado la reacción de la ONU. Ya son varias
las advertencias que las Naciones Unidas han lanzado tras conocer in
situ la situación de los trabajadores migrantes estacionales en
Huelva. Entre las últimas, que “España mantuvo
a trabajadores migrantes completamente desprotegidos durante la pandemia”.
Tras los incendios, ha alertado que sus vidas están
en peligro y ha urgido una vez más a las autoridades a tomar
medidas inmediatas para resolver “un problema humanitario desatendido”.
Las Jornaleras de Huelva en Lucha agradecen estas
denuncias por parte de la ONU, pero consideran que “es algo que se debería
haber hecho hace mucho tiempo. Aquí, por mucho que denuncien, todo sigue igual.
Las chabolas han seguido estando sin luz y sin agua. Hay poca mejora. Esperamos
medidas. Parece surrealista que esté ocurriendo esto en un país supuestamente
desarrollado. La fresa es el principal motor de la economía de la provincia a
costa de la vida de estas personas totalmente indigna y de miseria. Es bastante
denigrante. Bastante grave”.
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