domingo, 31 de mayo de 2020


La Sanidad Pública tras la pandemia

El coronavirus ha demostrado la importancia de tener un sistema sanitario público de calidad, bien financiado y con acceso universal.

La actual pandemia pasará pero no sabemos si quizás para siempre o si volverá todos los años en forma de epidemia estacional. Si se quedará en situación endémica en todo el mundo o solo en algunos países. En todo caso, habrá que prepararse para nuevas situaciones más o menos parecidas porque los cambios que nuestro sistema económico y social ha producido en el ecosistema y la globalización neoliberal tienen unos costes que, aunque con frecuencia los olvidamos, la realidad nos los recuerda, a veces como ahora de manera trágica.

Las evidentes deficiencias

La pandemia ha puesto en evidencia algunos problemas que nuestro sistema sanitario arrastraba hacia tiempo. El primero, una baja financiación que viene de antiguo y que ha disminuido por los recortes. El gasto sanitario público se situaba en torno a 0,5-1 punto por debajo del promedio sobre el PIB de la UE y ha disminuido desde 2009 entre 0,7 y 1 punto en nuestro país. Luego un número muy bajo de camas hospitalarias por 1000 habitantes que disminuyeron en más de 12.000 entre 2010 y 2018. Poco personal del sistema sanitario, especialmente de enfermería. Una atención primaria debilitada, escasez de material de reserva y una importante privatización, a lo que hay que sumar unas residencias de ancianos con poco personal y de baja cualificación y en manos mayoritariamente del sector privado con un mínimo control.

El apoyo a la Sanidad Pública

La pandemia ha demostrado la importancia de tener un sistema sanitario público de calidad con acceso universal, ¿Qué habría sucedido si se mantuviera la exclusión de cientos de miles de personas implantada por Rajoy & Mato en el RDL 16/2012? ¿Cómo hubieran evolucionado las cosas con un importante sector de la población sin acceso a la atención sanitaria? ¿Cómo si se hubieran cumplido las previsiones de los gobiernos del PP de una financiación para la Sanidad Pública del 5,13% del PIB? ¿Cómo si las privatizaciones previstas por el PP en Madrid o Valencia se hubieran convertido en realidad? Por supuesto no puede saberse con exactitud pero es evidente que todo habría ido mucho peor. No debe ser casualidad que las dos CCAA con mayores problemas por el Covid19 sean las más privatizadas y las que menos presupuesto per capita tienen, las que han recortado y deteriorado mas salvajemente sus sistemas sanitarios públicos.

La población se ha dado cuenta de la importancia crucial de una buena Sanidad Pública que es la garantía de acceso para todos/as a una atención sanitaria de calidad. Y también del importante compromiso de los trabajadores del sector en los momentos críticos.

El apoyo ciudadano a la Sanidad Pública es muy importante porque, como dice El Roto en una de sus geniales viñetas, “cuando llegó la pandemia los privatizadores se ocultaron”. Sus vergüenzas quedaron a la vista y se comprobó lo que ya se conocía, y algunos repetíamos hace tiempo: la sanidad privada se preocupa por obtener beneficios empresariales, no por asegurar los derechos de las personas y la calidad de los servicios públicos.

Ahora bien, hay que conseguir que esta hegemonía de lo público cristalice después de la pandemia y lo haga en avances sustanciales en el reforzamiento de los servicios esenciales como la sanidad y los servicios sociales. El papel de las residencias en la extensión y elevada mortalidad en España del Covid19 ha sido un ejemplo paradigmático de los riesgos de las privatizaciones. Conviene estar vigilantes porque los “lobbies” del neoliberalismo están ahí y continuarán su erosión de las evidencias, en parte aprovechando los errores del gobierno y, por supuesto, los de todos los demás.

Lo que necesitamos

Tenemos que plantearnos las medidas a adoptar y hacerlo con urgencia antes de que la experiencia se diluya en la conciencia colectiva. Estas medidas deberían de pasar por:
1. <strong<="" strong="">. Hay que incrementar de manera importante la financiación sanitaria, pero hay que asegurarse de un aumento significativo en euros por habitante y año. En 2018 fueron 1.617€ frente a 3.879 de Alemania, 3.278 de Francia o 2.275 del promedio de la UE. Relacionarlo con el PIB, como hace el compromiso entre PSOE y Unidas Podemos de superar el 7% sobre el PIB, puede suponer incluso una disminución de las cantidades totales, con la prevista disminución del PIB debido a la crisis económica provocada por la pandemia. Lo lógico seria en el medio plazo elaborar el Plan Integrado de Salud que establezca las necesidades de salud de la población y cuantifique las exigencias presupuestarias para hacerles frente. Por otro lado es importante avalar una financiación finalista, podría ser un fondo específico para rescatar la Sanidad Pública, gestionado por el Ministerio de Sanidad, que complemente los presupuestos autonómicos y disminuya de forma significativa las diferencias por habitante que existen actualmente entre las CCAA y que en 2020 superan los 500€. En todo caso conviene recordar que, según el Observatorio Social de la Caixa (abril 2020), “el gasto sanitario en España tiene un alto efecto redistributivo, siendo el mayor de las prestaciones sociales en especie. En la última década, los recortes introducidos en algunas partidas han disminuido su progresividad en partidas como el gasto farmacéutico”.

2. Mejorar la coordinación interautonómica. La pandemia ha puesto de relieve las debilidades de la coordinación entre las CCAA y el Ministerio de Sanidad a la hora de proponer y hacer operativas políticas sanitarias comunes. Hay que establecer un nuevo marco de cooperación interautonómico para avanzar de manera coordinada en el futuro.

3. Potenciar la Salud Pública. Si algo ha puesto en evidencia la pandemia es la debilidad de nuestros sistemas de salud pública, poco desarrollados desde siempre pero penalizados especialmente con los recortes. Hay que reforzar el dispositivo de la Salud Pública y desarrollar la Ley de Salud Pública, aprobada en 2011 y puesta en hibernación por los gobiernos del PP.

4. Impulsar la Atención Primaria. Durante la epidemia la Atención Primaria, allí donde ha seguido funcionando, ha jugado un papel fundamental a la hora de atender la demanda de enfermedad, diagnosticar nuevos casos, controlarlos en los domicilios o informar a las familias sobre medidas para evitar contagios. Desde los Centros de Salud se ha atendido a pacientes en residencias de mayores y se han mantenido las consultas telefónicas y presenciales para diagnosticar, informar y tranquilizar a la población. Este nivel asistencial ha demostrado su capacidad para acercar los servicios a la población y, gracias al conocimiento de los antecedentes personales, familiares y de su historial clínico, garantizando una atención cercana y segura a las personas y familias que forman la comunidad. Pero, para que pueda funcionar adecuadamente, se precisa reforzar su papel en el sistema sanitario, aumentado su presupuesto, el personal (sobre todo el de enfermería), estableciendo criterios mínimos por TSI, mejorando sus medios y potenciando la atención domiciliaria, la prevención y la promoción.

5. Incrementar las camas hospitalarias de la red de gestión pública. Tenemos un déficit muy importante de camas hospitalarias que se ha convertido en crítico durante la pandemia. Son necesarias entre 50 y 70.000 camas hospitalarias más en todo el país, la mayoría de ellas de larga y media estancia. Convendría también a medio plazo realizar un plan estratégico de atención especializada para adaptarla a los nuevos retos de salud.

6. Acabar con las privatizaciones y recuperar lo privatizado. Como ya se ha dicho, la respuesta a la pandemia ha venido desde la Sanidad Publica porque el sector privado está interesado en la búsqueda de beneficios y no en garantizar la salud de la población. Las privatizaciones han sido una pesada losa sobre el sistema sanitario y han mermado de manera significativa su capacidad de respuesta. Es ahora el momento de detener la deriva privatizadora que, de manera mas o menos silenciosa, ha continuado avanzando en estos años. Necesitamos una legislación que acabe radicalmente con este goteo privatizador, blindando la sanidad de gestión pública y, además, comenzar a recuperar lo privatizado.

7. Aumentar los trabajadores del sistema público de salud. Los recortes propiciaron una disminución importante de los trabajadores del sistema sanitario que ya eran comparativamente pocos respecto a otros países de la UE y la OCDE. Hay que comprometerse con unas dotaciones suficientes de personal en nuestro sistema sanitario en todas las CCAA y también con la formación de los profesionales, aumentando las plazas de formación postgrado, proporcionando formación continuada a los mismos independiente de los intereses comerciales, y fomentar la dedicación exclusiva.

8. Crear un fondo de reserva de material sanitario. Las carencias de material sanitario que han agravado la pandemia han sido provocadas por la ausencia de reservas estratégicas (agravada por el adelgazamiento economicista de las existentes en algunas CCAA como Madrid) y por la ausencia de fabricantes en el país. Necesitamos poner en marcha una reserva estratégica de material sanitario que podría estar gestionado por el Ministerio de Sanidad, así como implementar centros de producción del mismo en el país.

9. Control del gasto farmacéutico y potenciar la fabricación pública de medicamentos. El aumento del presupuesto sanitario será inútil si, como ha sucedido durante los gobiernos del PP, se traslada directamente a la industria farmacéutica. Más del 18% de aumento en 5 años. 5,4% de aumento en 2019. 9,3% en farmacia hospitalaria. Hay que garantizar que el gasto farmacéutico crece por debajo de los presupuestos sanitarios públicos (entre el 0,5-1% menos) y ello debe de hacerse mediante la fijación de precios acorde con los costes reales, promocionando la utilización de medicamentos genéricos, las centrales de compras para todo el Sistema Nacional de Salud y una industria farmacéutica pública que acabe con los desabastecimientos y la especulación. El papel durante la pandemia del centro de farmacia militar ha sido importante y podría ser un germen de la misma. Por otro lado deberían anularse los copagos establecidos por el RDL 16/2012 que son un obstáculo para el acceso a los medicamentos que necesitan las personas más enfermas y con menores ingresos.

10. Favorecer la investigación sanitaria. La investigación ha sido abandonada en nuestro país de una manera irresponsable. Aunque no se puede hacer una relación directa entre la investigación y los resultados inmediatos, es obvio que sin investigación, sin ciencia, no hay avances en el futuro. Y además se está a expensas de la utilización de las patentes de otros. Hay que asegurar al menos el 1,5% del presupuesto sanitario público destinado a la investigación y favorecer medidas que consoliden los equipos de investigadores en nuestro sistema público.

11. Fomentar una red pública de residencias de mayores. El desastre de las residencias ha sido uno de los amplificadores de la pandemia. Necesitamos una red de residencias de titularidad y gestión pública que avale unos recursos suficientes, en infraestructuras, personal y cuidados acordes con las necesidades de las personas que viven en ellas.</strong

Existen muchas más cuestiones a abordar pero quizás no son tan urgentes. Solo hacer hincapié en una muy importante: la necesidad de desarrollar mecanismos efectivos de participación social y profesional que permitan a la ciudadanía tener protagonismo en el control y la gestión de su Sanidad Pública.






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