domingo, 19 de junio de 2016

No al escamoteo de la cuestión europea

La cárcel del euro se va blindando a través de nuevos desarrollos como la unión bancaria y el denominado documento de los cinco presidentes.

Las elecciones de diciembre tuvieron lugar tras una campaña caracterizada por una clamorosa ausencia: la de la cuestión europea. Rajoy aprobó un presupuesto que incumplía deliberadamente con los compromisos del déficit y todo el mundo sabía que al día siguiente de formarse un nuevo gobierno vendría Bruselas exigiendo nuevos recortes. El resto de las grandes fuerzas políticas ignoraron olímpicamente la cuestión o, incluso, se dieron el lujo de utilizarla electoralmente como prueba de la insolvencia del PP. A lo largo de estos meses de dimes y diretes el asunto ha seguido ausente. Sólo al final, cuando Bruselas ha empezado a mugir, el candidato Sánchez se ha limitado a decir que intentaría negociar un aplazamiento. En las jornadas del Plan B de Madrid el portavoz económico de Podemos interrogado sobre la cuestión vino a decir lo mismo, que ellos negociarían un relajamiento de las exigencias. Como quisieron hacer Tsipras y Varoufakis justo un año antes, con el resultado conocido.

Si algo se ha ido confirmando en este tiempo es que la crisis no amaina y que la pretendida recuperación no es tal. De ahí el repunte del déficit y la escalada de la deuda y su carga. Mientras tanto, la cárcel del euro se va blindando a través de nuevos desarrollos como la unión bancaria y el denominado documento de los cinco presidentes, por no hablar del TTIP y demás. La reacción del núcleo duro de la UE a la fragilidad creciente de su proyecto es endurecerlo con el apoyo de Obama. Este es el panorama que nos encontraremos el 26 de junio, tras la noche electoral y la pregunta es ¿qué vamos a hacer ese día? Por cierto, tres días antes de las elecciones será el referéndum británico. Si, como probablemente ocurra, en el referéndum sale seguir dentro de la UE, el modelo de “integración a la carta” de Cameron se contagiará a otros países. Por no hablar de los desacuerdos entre el FMI y el resto de la troika sobre Grecia o del caos de los refugiados. Ser parte de esta UE es un problema que no se puede eludir.

Uno de los más graves “errores” de Tsipras fue ignorar a su partido y al propio pueblo griego, no sólo tras el referéndum, sino desde el primer minuto. Es más, renunció a la posibilidad de meter al pueblo griego en la pelea desde el principio. Como renunció a tomar medidas tales como la subida de impuestos al capital o la implantación del control estatal sobre sus movimientos por no hablar de la suspensión de los pagos de la deuda. La situación española es diferente, es cierto, pero el tipo de cosas que hay que hacer para poner en marcha las mínimas medidas de emergencia social se parecen bastante. Y el enemigo el mismo: la banca y el resto de barones bandidos, grupos mediáticos incluidos. Lo que Tsipras no se atrevió a tocar. No sería honesto, ni siquiera inteligente, no explicar esto a la gente desde ahora mismo. Porque la verdadera oportunidad para un nuevo proyecto de país pasa por el 26 de junio pero sólo se hará realidad con un pueblo preparado y en pié a partir del día 26.


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