Poder, política, economía y democracia
EL PP Y LOS PARTIDOS DE DERECHA EN ESPAÑA SIRVEN A SEÑORES MUY DIFERENTES CON INTERESES COMUNES, PERO TAMBIÉN DIVERSOS, Y SE INMOLAN PARA ELLOS
Decíamos ayer que tal como estaban las cosas, y dada la extensa actividad Judicial de nuestros Tribunales, el principal partido político de la derecha española iba a continuar atravesando un infierno. Y hay posibilidades de que no lo atraviese en buenas condiciones, porque en ese viajar del infierno al purgatorio y al paraíso, cual Dante en pos de su amada Beatriz, parece que están yendo en dirección contraria. Aunque, nunca se sabe, la actual justicia española nos sorprende constantemente.
El orden del día es un librito
del joven Eric Vuillard que, por encima de la Historia, como disciplina
académica, nos relata, de forma novelada, los entresijos de la relación del
nazismo con los empresarios más poderosos de la Alemania de los años 30 del
siglo pasado, en los que se preparaba la Segunda Guerra Mundial. En ella morirían
millones de ciudadanos de la URSS, de Alemania, de Francia, de Italia, de
Japón, de Inglaterra, etc. y miles de republicanos españoles que acababan de
salir de otra guerra con causas muy parecidas, pero agentes distintos, como
veremos.
El aparato de poder político nazi necesitaba asegurarse la participación de las
grandes empresas y su financiación para llevar a cabo sus planes, es decir,
necesitaba del poder económico e industrial para imponerse en el mundo. Los
grandes empresarios alemanes de la época eran muy conscientes de que el poder
social, político y de movilización de masas lo tenía el Partido Nazi. Muchos de
ellos, además, coincidían plenamente con los intereses y las concepciones
ideológicas de Hitler. Los propietarios de la poderosa industria alemana,
nombres muy conocidos entonces y hoy, se sometieron, no de mala gana, a los
deseos del poder. Eran arios, la propuesta les sonaba bien y podían participar
en el botín.
En nuestro país siempre ha pasado lo contrario: son los poderes políticos los que
se han sometido a los poderes económicos. Si bien estos han contado siempre con
el respaldo cultural e ideológico de las jerarquías de la Iglesia y la fuerza
del ejército. Es honesto matizar que, en algunos momentos, esa relación de
sometimiento ha estado más equilibrada. Pero es obvio, y ahí están las
investigaciones de Ángel Viñas, que el golpe
militar de 1936 fue promovido, financiado y planificado por los sectores más
recalcitrantes de los poderes económicos en defensa de sus privilegios más
ancestrales. Como ya escribí en otro artículo, Franco estaba
por allí, se subió al caballo y, ya puesto, se coronó, cual Napoleón, por los
siglos de los siglos.
Pero Franco era sólo un militar, no había estudiado en West Point [1], ni tenía experiencia
de gobierno, y requería asesoramiento para dirigir un país. Sus dotes de
militar africanista no le capacitaban para gobernar. Su astucia militar, sí. Lo
hizo como un moderno Príncipe: se deshizo de todos los que le estorbaban o le
podían sustituir, empezando selectivamente por los suyos. Promovió la
competencia entre las distintas fuerzas políticas que le sostenían. Concedió el
gobierno a unas y a otras, pero siempre retuvo para él las decisiones finales
importantes. Falangistas, católicos, tecnócratas del Opus y militares colegas
de sus ejércitos [2],
fueron llamados a gobernar y cesados por el famoso motorista. Él nunca se
ensució en política. Él era el Jefe del Estado, Caudillo de España por la
Gracia de Dios. El reverso de las monedas acuñadas desde 1946, así lo atestiguan.
Muerto Franco, los terratenientes, la burguesía
industrial y financiera crecidos bajo su amparo y al calor de una posguerra
rebosante de explotación, de estraperlo y de cartillas de racionamiento, aceptó
un heredero comprable y siguió el consejo del Caudillo: No meterse en política.
Tomaron otra vía: contratar partidos y dirigentes para representarles en el
Congreso, el Senado y los altos cargos de todas las administraciones públicas.
Ellos harían la política que les marcaran. Es el nuevo caciquismo.
LA DERECHA NECESITA POLÍTICOS, NO SIERVOS
Los militares de alta graduación han mantenido sus privilegios, sus derechos de
presión y su dependencia jerárquica del Jefe del Estado. La Iglesia española
más reaccionaria sigue reservándose privilegios económicos, de propiedad y de
presión política. Y persiste una fuerte conexión entre los dos cuerpos. “No hay una moral militar. Hay una moral
cristiana y una ética que ofrece las justificaciones ideológicas de esa moral”.
El PP y los partidos de derecha en España sirven a señores muy diferentes con
intereses comunes, pero también diversos, y se inmolan para ellos. España necesita un partido de derechas con la
fuerza ideológica y el respaldo electoral suficiente para hacer políticas de
gobierno, que dirija a sus electores, sean éstos sectores económicos,
eclesiásticos o militares, y que no esté sometido a sus intereses estamentales.
La democracia y la política necesitan políticos con capacidad y personalidad
fuertes, no siervos. El PP actual no cumple estos requisitos.
Un día aplaude y defiende a sus compañeros y al siguiente los arroja por la
ventana. ¿Quién mece la cuna para que altos dirigentes como Granados, Ignacio
González, Rita Barberá, Blesa, Cifuentes, Bárcenas, Cascos, Rajoy, Esperanza,
Costas, Camps, Mato y decenas más pasen a ser “esa persona de la que usted me habla”? ¿O gocen de
retiros dorados de ciertos Consejos de Administración?
Los tratan con el desprecio chulesco de “La bien
pagá”. Eso no es política.
NOTAS:
1. CARDONA, Gabriel. Franco y
sus generales. La manicura del tigre. 2001.
2. En todos los Consejos de Ministros de Franco había, al menos, tres
Ministros, militares de altísima graduación, designados por el Generalísimo de
los Ejércitos y jerárquicamente a sus órdenes.
3. VIGÓN, Jorge. General, militar e intelectual, Ministro de Franco. Presentación de su libro Hay un estilo de vida militar. Editora Nacional. 1953.
GREGORIO BENITO BATRES. Analista sindical
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