El franquismo criminal ensangrentó las navidades de 1937 en Cáceres
EL ENSAÑAMIENTO CONTRA EL DIRIGENTE DEL PCE MÁXIMO CALVO
Son los días más duros de la historia reciente de Cáceres. Empezaron el mismo día de Navidad, el 25 de diciembre de 1937. Ese día, el criminal régimen franquista empezaba un baño de sangre con el fusilamiento de 34 personas. La bestia fascista estaba sedienta de venganza y preparó un montaje para justificar el fusilamiento de 196 personas. Fueron 182 hombres y 14 mujeres. Los asesinaron en menos de un mes (del 25 de diciembre de 1937 al 21 de enero de 1938), convirtiendo esas Navidades en una orgía de miedo y horror.
Jornaleros, ferroviarios, maestros, sindicalistas, militantes de partidos que
apoyaron al Frente Popular... fueron sus víctimas. En Cáceres había triunfado
la sublevación fascista y por lo tanto no hubo guerra. Esta circunstancia les
impedía de cara a la galería que los jerarcas militares y falangistas pudieran
llevar a cabo las matanzas sistemáticas a las que estaban acostumbrados y con
las que habían arrasado la provincia hermana de Badajoz. Decidieron saciar su
sed de sangre inventando un complot para justificar la tremenda
represión.
El documento de balance que realizó el ejercito tenia por título "Consejos
de Guerra y relación nominal de personas fusiladas con motivo del abortado
complot del 23 de diciembre en Cáceres dirigido por el cabezilla rojo Máximo
Calvo" y en el constaba una “suma total”:
34+12+1+6+11+27+9+16+16+54+7+3=196. En el frío listado aparecen apellidos
repetidos que indican la ejecución de padres e hijos o de hermanos. “Esta gran
masacre empezó en una fecha muy simbólica, la Navidad, y la Iglesia no
hizo absolutamente nada para evitarlo -recuerda el historiador
Pepe Hinojosa- y eso que entre las víctimas había personas como el propio
alcalde de Cáceres que habían tenido buenas relaciones con el estamento
eclesiástico durante su mandato. La Iglesia se limitó a intentar que los reos
aceptaran la extremaunción antes de ser fusilados”.
COMPLOT COMUNISTA
La provincia se encontraba bajo el yugo del gobernador militar Ricardo de Rada,
un general africanista que se sumó desde el primer momento al golpe de Estado
contra la República liderado por Mola y Franco. De Rada, que había sido
destinado a Cáceres en julio de 1937, en contacto con sus superiores y
especialmente con el general Saliquet, denunció en diciembre la existencia de
un supuesto complot comunista para recuperar el control de la
provincia. Todo comenzó como represalia por esa supuesta amenaza.
Las detenciones empezaron el 24 de diciembre y afectaron a decenas de personas
bajo la acusación de estar implicadas en el supuesto complot. Se puso en marcha
uno de los Tribunales de Urgencia en la provincia con el fin de juzgar a un
buen número de las personas detenidas. La documentación oficial franquista,
según explica la doctora en historia Candela Chávez en ‘Las
trágicas Navidades de 1937: detenciones, consejos de guerra y muerte’,
recoge que las fuerzas nacionales habían puesto en marcha un
operativo para detener a Máximo Calvo, dirigente del PCE, y “en
paralelo a la versión oficial, llevar a cabo una de las mayores acciones
represivas en la provincia durante la guerra”.
Según Pepe Hinojosa, estudioso del movimiento obrero en la región y
vicepresidente de la Asociación Memorial del Cementerio de Cáceres (AMECECA),
este supuesto complot, que “no existió porque no aparece en ningún documento”,
permitió a Ricardo de Rada, un militar “duro”, máxima autoridad militar
franquista, “desatar la represión en la ciudad de Cáceres y en los pueblos
cercanos”. Andrés Saliquet, general jefe del Ejército del Centro franquista,
participó activamente en el asesinato de 196 personas en menos de un mes. “Una
excusa para atemorizar a una provincia que está en la retaguardia porque sí se
está colaborando con los comandos guerrilleros”, asegura Hinojosa.
MÁXIMO CALVO CANO
Acusaron de dirigir la supuesta conspiración comunista a Máximo Calvo,
dirigente obrero y campesino que había nacido en 1901 en la localidad de
Cadalso. Fue jornalero, comerciante y destacado militante del Partido
Comunista de España. Llegó a ser alcalde de su localidad natal durante la
II República y el máximo dirigente de los y las comunistas en la provincia de
Cáceres.
Como tantos extremeños y extremeñas, emigró buscando una vida mejor de la que
le ofrecía su tierra. A la vuelta fue llamado a filas, adquiriendo el grado de
sargento de Regulares. Resultó herido por lo que causó baja en el ejercito y se
incorporó al cuerpo de Carabineros hasta principio de los años treinta cuando
regresa a su pueblo donde abre una taberna y realiza trabajos de transportista
con una pequeña camioneta.
Llegada la II República adquiere un papel destacado en la política. Es elegido
alcalde de su pueblo, obteniendo 108 de los 128 votos. Esto genera las primeras
tensiones pues el caciquismo es algo muy impregnado en la sociedad extremeña de
la época. Como recuerda el historiador Pepe Hinojosa, en un informe de la
Guardia Civil del puesto de Gata realizado en agosto de 1933 ya se indicaba que
Máximo Calvo "profesaba ideas comunistas". Su carisma le lleva a ser
candidato a Cortes en la provincia de Cáceres por el PCE en las elecciones del
19 de noviembre de ese año.
Fruto de su significación a favor de la clase obrera, una noche un grupo de
jóvenes derechistas atacan e intentan asaltar su casa. Con la intención de
defender a su familia, responde a la agresión fascista efectuando varios
disparos que hieren de muerte a uno de los asaltantes. Al día siguiente se
entregó, siendo detenido y trasladado a la prisión provincial de Cáceres. En la
cárcel no interrumpió su actuación política. Intentó extender el ideal
comunista entre los reclusos, protagonizó protestas contra la situación
carcelaria de los presos y se enfrentó a los oficiales que dirigían el penal.
DIRIGENTE DEL PCE EN CÁCERES
Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero de 1936,
una de las primeras medidas fue conceder la amnistía a los presos políticos y
de esta iniciativa se benefició Máximo Calvo que abandonaría la cárcel a
finales de ese mes. Ya en libertad, vuelve a ser nombrado alcalde de Cadalso.
Además es elegido Secretario General del Comité Político del PCE en la
provincia de Cáceres. Al triunfar el golpe militar en su provincia, optó por
marcharse a Badajoz donde el levantamiento militar había fracasado.
En la provincia pacense fue uno de los organizadores de las primeras milicias
republicanas, participando en la batalla de Medellín, donde por primera vez
fueron derrotados los fascistas en tierras extremeñas. La labor principal
de Máximo Calvo desde la primavera de 1937 fue la de dirigir
acciones guerrilleras en la retaguardia franquista, especialmente en la
provincia de Cáceres. Tejió una red de enlaces y resistentes en la zona
sublevada cacereña para obtener información de los movimientos de tropas y
fuerzas para el XIV Cuerpo del Ejército Guerrillero.
Era el objetivo número uno de los fascistas en la provincia de Cáceres. Para
intentar doblegarlo encarcelan a su mujer e internan a sus hijas en una
institución religiosa y a su hijo en un hospicio. Máximo no acepta el chantaje
y continua organizando grupos de apoyo logístico que hagan frente al
franquismo. Finalmente es descubierto el 27 de diciembre en Almoharín, donde es
asesinado por los enemigos del pueblo.
Extremadura Roja, órgano del Comité Regional del PCE, recogía la
siguiente despedida en su número extraordinario del 1 de mayo de 1938: "Un
héroe muerto por la causa del pueblo, el comandante Máximo Calvo, luchador
probado a lo largo de muchos años de lucha cruenta contra la burguesía
reaccionaria y los terratenientes semifeudales de Cáceres. Fue encarcelado y
apaleado decenas de veces por la Guardia Civil, los esbirros de la burguesía,
por destacarse al frente de los obreros y campesinos de Cáceres en defensa de
sus intereses. Tu conducta, como la de tantos héroes caídos en la zona
facciosa, será espejo donde se miren todos los antifascistas, todos los españoles
honrados que ven ultrajada su patria por los crímenes del fascismo
invasor".
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