jueves, 30 de abril de 2020




La desregulación, el libre mercado y el COVD-19: construir una alternativa internacional

UNA NUEVA MUNDIALIZACIÓN CON DERECHOS HUMANOS Y POLÍTICAS SOCIALES

La crisis del Covid-19 ha vuelto a poner en evidencia, en esta ocasión con mayor dramatismo al atacar a la vida de las personas, la falta de capacidad de los Estados neoliberales para hacer frente a esta pandemia tan agresiva.

El PCE ha venido sosteniendo, en los últimos cuarenta años, desde la conformación teórica y práctica de los llamados Estados Liberales, en su expresión actual, modelada desde la era Thatcher-Reagan y la Escuela de Chicago, que esos sistemas, basados en la desregulación de la economía, el libre mercado , privatizaciones y deconstrucción de los Estados, sólo obedecía al interés de las élites internacionales para garantizarse una acumulación sin precedentes en la historia del capitalismo.

Esa vía de acumulación teorizó una globalización económica sin derechos y libertades garantizadas, un modelo de desarrollo patriarcal confrontado con la naturaleza y un Sistema de Seguridad diseñado y planificado exclusivamente en interés de las clases dominantes del capital (en todas sus expresiones) desde el liderazgo de las élites norteamericanas y europeas.

El Consenso de Washington ( 1989) y su traslado a Europa ( Tratado de la Unión Europea 1993) marcaron , a través de sus instrumentos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la disciplina económica, financiera y presupuestaria para emprender el largo camino para dejar a los Estados vacíos de competencias para poder regular toda la actividad económica permitiendo así una desaforada carrera del capital industrial y financiero al margen del interés general, de la Seguridad Humana y un desarrollo sostenible.

En ese afán, conviene recordar la cita de Carlos Marx, en su capítulo XXIV, sobre La acumulación originaria del Capital del encuadernador y sindicalista inglés Thomas Dunning (1799-1873):
El capital huye de los tumultos y las riñas y es tímido por naturaleza. Esto es verdad, pero no toda la verdad. El capital tiene horror a la ausencia de ganancias o a la ganancia demasiado pequeña, como la naturaleza al vacío. Conforme aumenta la ganancia, el capital se envalentona. Asegúresele un 10 por 100 y acudirá a donde sea; un 20 por 100, y se sentirá ya animado; con un 50 por 100, positivamente temerario; al 100 por 100, es capaz de saltar por encima de todas las leyes humanas; el 300 por 100, y no hay crimen a que no se arriesgue, aunque arrostre el patíbulo.

Ese desarrollo de los sistemas neoliberales, en un primer momento, tras los suicidios de los llamados sistemas del Socialismo Real, alcanzó una rotunda hegemonía mundial liderada por los EEUU, que se convertía en la única superpotencia y verdadera responsable de imponer los principios del Consenso de Washington en la mayoría de los continentes.

La gran crisis de 2008 evidenció hasta donde podía llegar la humanidad por la aplicación ortodoxa de ese Sistema desregulador, ponía al descubierto “ los estados desnudos”, incapaces de resolver la crisis a favor de la mayoría social frente a los especuladores y estafadores bancarios : conseguía un retroceso histórico de todas las conquistas sociales alcanzadas tras la II Guerra Mundial en Europa, desmontaba el proyecto regional autónomo de América Latina y Caribe por vía de golpes de Estado , bloqueos a las economías de países soberanos o nuevas modalidades de golpes judiciales y los países empobrecidos sufrían nuevas medidas de imposición del FMI y BM que acentuaban los niveles de desigualdad y dependencia.

La expresión regional europea de ese Sistema, la Unión Europea, víctima de su propia política, iniciaba un camino de implosión acosada por un tremendo descontento social, la salida del Reino Unido y la aparición de nuevo de expresiones de ultraderecha que, en algunos casos, han llegado a gobernar o cogobernar estados de la UE.

La UE, un proyecto irreformable

La crisis del Covid-19 ha vuelto a poner en evidencia, en esta ocasión con mayor dramatismo al atacar a la vida de las personas, la falta de capacidad de los Estados neoliberales para hacer frente a esta pandemia tan agresiva. La privatización de servicios públicos como el de la salud, la desprotección de la producción nacional, la incapacidad de intervenir la economía en momentos excepcionales al carecer de instrumentos propios en el modelo productivo de sectores estratégicos, dejó a esos estados literalmente sin medios elementales para proteger a la población, como mascarillas o sistemas de respiración asistida.

El caso extremo de ese modelo, el de la Administración Norteamericana, con 28 millones de personas sin ningún tipo de seguro médico, abandona a su suerte a toda la población más vulnerable y en su afán desregulador extremo, el presidente Trump anunció la posible salida de los EEUU de la Organización Mundial de la Salud.

El contrapunto, la República Popular China, el país más poblado del mundo (1.400 millones), que con un sistema regulador de su economía y con parte de ella nacionalizada, ha sabido controlar la pandemia con recursos propios.

El contexto de esta crisis es diferente a la gran crisis de 2008. Todo parece indicar que la globalización liderada por las élites neoliberales ha entrado en una fase de incertidumbre. El imparable ascenso de China para convertirse en la principal superpotencia, la crisis e implosión de la UE, los niveles crecientes de desigualdad, paro a nivel mundial y el cambio climático necesitan de una respuesta política, social y cultural para enfrentar una Alternativa a los Estados Neoliberales.

Paolo Flores d`Arcais lo ha dicho de otra manera: “Ahora una revolución es el mínimo indispensable”.

Cambiar desde la raíz a ese Sistema desregulador, que dejó a los Estados “vacíos”, necesitará de un impulso de investigación que aterrice en un nuevo programa internacional muy participado en la perspectiva socialista para disputar ideológica y culturalmente los valores e ideas del neoliberalismo.

En nuestro entorno más próximo, el de la UE, la realidad demuestra nuestra tesis incontrovertible de que ese proyecto regional es irreformable. La necesidad de abordar esa alternativa global pasa en Europa por concretar también un nuevo modelo regional conformado por Estados “recuperados y con capacidad de intervención en sus modelos productivos”, situado en el contexto de Eurasia.

La nueva mundialización se deberá desarrollar desde el ámbito de nuevos Estados reguladores que apuesten por la regionalización de políticas sociales, industriales, de empleo e igualdad y con economías y derechos mundializados.

El Covid 19 ha desmontado la falacia de que la humanidad necesite de un Sistema de Seguridad Militarizado. La Seguridad Humana tiene hoy que ver con agua potable, vivienda, comidas, vacunas, empleo, educación y asistencia médica universal y gratuita.

No se sostiene por más tiempo que el gasto mundial en armamento en 2019 se estimase en 1,63 billones de euros, el 2,2 % del PIB mundial (la cifra más alta desde la guerra fría), frente a los 50.400 millones de euros de promedio anual durante el decenio de 1990 de ayuda oficial para el desarrollo.

El Papa Francisco en su declaración del domingo de pascua urbi et orbi se sumó a la idea de reducir los gastos de armamento y que esos recursos se dediquen a salvar vidas.

Willy Meyer


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