martes, 9 de febrero de 2016

Apoderarse del eslabón clave. Una aportación al debate de pensar la izquierda

En líneas generales, para la izquierda, el problema de la crisis de régimen y su resolución en favor de las fuerzas del cambio, se da en función de su nivel político estatal en su plano electoral, del derecho y de las instituciones, lo que nos conduce a un predominio de la sobrestructura jurídico y estatal como marco privilegiado de la acción política.

El examen marxista de la fase adquiere en estos momentos una importancia clave, en cuanto a la contribución teórica a realizar y en cuanto a la comprensión del papel central que la clase obrera puede tener en estos momentos. Como en todo estudio de sobrestructuras, lo importante aquí es la especificidad de la sobrestructura jurídica y estatal, y esa especificidad solo puede ser captada mediante la articulación dialéctica que mantiene con la base económica y con el marco en que ésta se integra, el capitalismo mundial. La compresión de esa forma específica es lo que Lenin denominaba “apoderarse del eslabón clave”.

La necesaria transformación del Estado y del derecho en España no pueden ser referidos inmediatamente a la base económica tal y como pretenden hacer los planteamientos dominantes en el marco de la izquierda, con el erróneo, e incluso, ingenuo planteamiento que ya denunció Manuel Sacristán como “la insulsa utopía de creer que la clase dominante está dispuesta a abdicar graciosamente y una clase ascendente capaz de cambiar las relaciones sociales de dominio sin tener que hacer uso de la movilización, el conflicto o la coerción”.

Esta formulación teórica adquiere su concreción política en torno al siguiente planteamiento. En primer lugar, la forma política del régimen (El Estado) solo puede ser captada en torno al elemento dominante de sus relaciones históricas con el capitalismo mundial, es decir, a nuestra condición histórica de país periférico en el marco del capitalismo europeo; para en segundo lugar, poder determinar su especificidad económica y social como sociedad, que en el caso español viene determinado por la intensificación de formas de acumulación del capital por medio de la sobre-explotación del trabajo a través de la extensión de la precariedad. De esta forma surgen los dos elementos claves del capitalismo español: ser un país históricamente determinado por nuestra condición periférica en relación con el capitalismo europeo, que adquiere su forma específica de sociedad a través de la precariedad como realidad estructural. 

La condición periférica internacional de España se relaciona de forma dialéctica con la imposición por parte de nuestras clases dominantes de un modelo social basado en la sobre-explotación del trabajo. La inserción periférica de la economía española en la división internacional del trabajo de la UE opera principalmente en la esfera de la circulación del capital, donde España adquiere una posición industrial y tecnológicamente subordinada a los países del centro, que explica en parte, como una parte sustancial del excedente generado en nuestro país se transfiere al centro europeo en forma de intereses de deuda o de utilidades en favor de la inversión extranjera, como consecuencia de la división entre países productores-acreedores (centro) y países consumidores-deudores (periferia europea), donde los mecanismos de dependencia tecnológica o de dependencia financiera cobran protagonismo frente a los mecanismos clásicos de intercambio comercial. 

La forma concreta que adquiere la circulación del capital en nuestro país termina engendrando en la esfera de la producción de mercancías o de prestación de servicios una forma particular de la que se deriva una mayor explotación de la fuerza de trabajo. Debido a que en la esfera de la circulación, las clases dominantes españolas transfieren una parte sustancial de la plusvalía generada en España, imponen un mecanismo de compensación de la pérdida de ingresos generados por el comercio internacional o por el pago de intereses, a través del recurso a una mayor explotación del trabajador por medio de la extensión de las formas precariedad laboral y de mecanismos de acumulación por desposesión. 

El aumento de la intensidad del trabajo aparece como un aumento de la plusvalía logrado a través de la explotación del trabajador y no del incremento de la capacidad productiva o tecnológica del país, sino por medio de la aplicación de cuatro mecanismos: el mantenimiento de altos índices de paro y de trabajo sumergido (el ejército industrial de reserva), la intensificación del trabajo haciendo que trabajemos más por menos salario (ajuste salarial), la prolongación de la jornada de trabajo (el mecanismo clásico de plusvalía absoluta) y la expropiación de los servicios públicos, pensiones, salario diferido y demás mecanismos de redistribución secundaria de la renta por medio de las privatizaciones, mecanismo de expropiación de lo público para generar formas de acumulación del capital (lo que se denomina acumulación por desposesión).

De aquí se deriva una conclusión política central: el desarrollo de un proyecto de modernización (capitalista) en la periferia europea no es viable, lo que hace de la ruptura democrática el único marco posibilitador de un cambio real para el país. La modificación de la posición periférica de la sociedad española en la división internacional del trabajo en la UE sólo es posible venciendo a la forma social precaria, objetivo que no será posible sin un cambio en la estructura social del país, lo que conlleva a afrontar los cambios políticos y económicos que el país demanda desde una óptica anticapitalista.

Construir la izquierda pasa por situar nuestra centralidad en el trabajo y en las formas que el mismo adquiere dentro del capitalismo contemporáneo, para, desde ahí, retomar el ejercicio del conflicto social como marco privilegiado del cambio social en nuestro país. Pensar en la posibilidad de un capitalismo de “rostro humano” en España es imposible. Dinamarca es ecológica y socialmente avanzada porque España es precaria. Romper con la precariedad ejerciendo el conflicto social, como la forma que nos permita apoderarnos de ese eslabón fuerteque tense y rompa la cadena de dominación en España.

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