lunes, 14 de octubre de 2019


¿A quién vota la clase obrera?

La charla debate contó con las intervenciones del coordinador general de Izquierda Unida, Alberto Garzón y de Arantxa Tirado, politóloga y coautora del libro “La clase obrera no va al paraíso”.


Con esa y otras preguntas acerca de las actitudes políticas y electorales de la clase obrera arrancó el debate en la tarde de ayer 28 de septiembre en la Fiesta del PCE previo al mitin y al acto con la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff en la campaña por la liberación de Lula.

La charla tuvo como protagonistas al coordinador general de Izquierda Unida, Alberto Garzón y 
Arantxa Tirado, politóloga y coautora del libro “La clase obrera no va al paraíso”.

Un cuadro somero del mapa electoral europeo con el ascenso de formaciones políticas xenófobas y el interrogante de qué fuerzas sociales se encuentran detrás, presentado por el conductor del acto, Andrés Gil, corresponsal de eldiario.es en Bruselas, puso el marco introductorio a las dos intervenciones que trataron de conceptualizar primeramente qué es la clase obrera, y referirse después a su comportamiento electoral.

En un repaso académico aludió Garzón a la definición clásica de Marx, la que presenta a la clase obrera como la que carece de medios de producción y que por su posición privilegiada en el proceso productivo está llamada por la historia a ser la protagonista del cambio social; aludió igualmente también a las definiciones de Poulantzas, la ‘más estrecha’ que identifica clase trabajadora con trabajador manual creador de plusvalor y la ‘mas ancha’ que identifica como componente de esa clase a todo aquel que cobra un salario.

Según datos aportados por el coordinador de IU, la categorización profesional en España se compondría de un 30% de trabajadores manuales no cualificados, un 15% de cualificados y un 5% de jornaleros, lo que daría un 50% de trabajadores manuales; un 28% más serían trabajadores no manuales y un 20% de directivos y profesionales.

Según señaló Garzón, los datos indican que el comportamiento abstencionista no sólo en la acción electoral sino también en la del activismo es mayor entre los trabajadores que entre directivos y profesionales. De esa realidad concluye Garzón que la afirmación de que la derecha gana porque le votan los trabajadores no es cierta, sino que los trabajadores votan a la izquierda, “haciendo la salvedad de considerar al PSOE entre la izquierda”, remarcó. “Lo que hace que la derecha gane es la abstención de los trabajadores”, afirmó.

Garzón también se adentró a apuntar que el voto de los trabajadores se orienta más hacia el PSOE mientras que el de Unidas Podemos tendría un componente de clase media radicalizada.

Para Garzón, la identidad o identificación con la clase trabajadora también cuenta con la adhesión o el rechazo de elementos estéticos y simbólicos, con la caracterización o ejemplificación en las representación cultural. El ejemplo más claro es la caricatura del trabajador no cualificado en los personajes de ficción de series televisivas o producciones culturales, generadora de tendencias mesocráticas por rechazo a tales estereotipos.

La politóloga Arantxa Tirado también se refirió a los intentos por venderles a los trabajadores una imagen mesocrática, por lo que apremia a reivindicar el término clase obrera y a referirse a las clases medias como capas medias para desmitificar al mismo tiempo que la pertenencia a la clase obrera sea una cuestión de ingresos, “ser clase obrera no es ser pobre ni ser sólo trabajador fabril”, afirmó.

En opinión de Arantxa el debate sobre la identidad o pertenencia de clase se ha revitalizado tras el proceso de empobrecimiento de las capas medias a causa de la crisis. Todo parecía ir bien mientras los recortes eran sólo para el trabajador ‘tradicional’ de la industria.

Tirado también se refirió al voto de la clase obrera al PSOE apuntando a la interpretación de que esos sectores de la clase obrera votan a esta formación en clave de voto útil añadiendo además de que en el imaginario de mucha gente hay una divisoria de izquierda-derecha que es heredera aún de los posicionamientos políticos vigentes en la guerra civil.

No faltaron en su análisis referencias específicas a los comportamientos electorales en Cataluña, con una reticencia muy mayoritaria a la movilización por parte de los jóvenes de entre 15 y 34 años de los barrios catalanes, que hace bajar la participación a un 12% menos en los barrios más vulnerables. Tal desafección, junto con el sesgo a la derecha de un voto en clave nacional-identitaria, es lo que dio el triunfo a ciudadanos en Catalunya, dándose la paradoja de que fueron los sectores más pobres y más ricos los que dieron el triunfo a la derecha.

Arantxa se refirió también al final de su intervención a la composición de clase de las organizaciones obreras y al trabajo político en los barrios. Apuntó a la necesidad de que en las organizaciones de izquierda haya mecanismos para elevar y promocionar a militantes que no necesariamente tengan estudios formales y que estas mismas organizaciones centren su trabajo político en los barrios, no desde el paternalismo, sino desde la identificación con la problemática obrera.

MIKEL HERNÁNDEZ 

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