domingo, 21 de abril de 2019


Belén Fernández: “Para combatir el racismo discursivo hay que inyectar igualdad material en nuestra sociedad”

La experta en migraciones y defensora de la Renta Básica Universal Belén Fernández analiza la retórica de la escasez y su deriva excluyente, proponiendo medidas que aborden frontalmente la desigualdad material y alianzas globales para enfrentar las políticas de austeridad. La entrevista la realizó Sarah Babiker.
 La renta básica universal incondicional (RBUI) es un ingreso monetario transferido periódicamente a cada ciudadana o ciudadano, solo por el hecho de serlo. Defendida como una herramienta clave para la justicia social en el siglo XXI, la renta básica también enfrenta muchas críticas que impugnan el principio mismo de la propuesta, cuestionando que la gente reciba una renta sin hacer nada a cambio, o que este sea un derecho para todo el mundo independientemente de su riqueza. También hay quienes niegan la factibilidad de la herramienta, alegando que no hay recursos para dar dinero a todo el mundo. Una de las objeciones que pueden escucharse, que apunta tanto al ámbito de los principios como a los problemas económicos que se derivarían de una eventual aplicación, es la que cuestiona quiénes, entre las personas inmigrantes, tendrían derecho. Se cuestiona por un lado la idea de universalidad, mientras que por otro se impugna la factibilidad de la medida ante el hipotético “efecto llamada” que podría conllevar.1
Para abordar en toda su complejidad cómo una renta básica afectaría a la inmigración, o de qué manera podría prosperar una medida así en un momento en el que el miedo a la llegada de personas extranjeras supone un activo político que algunos partidos explotan sin contención, hemos charlado con la socióloga Belén Fernández Suárez. Integrante del Equipo de Sociología de las Migraciones Internacionales de la Universidad de A Coruña, donde ejerce como docente, Fernández Suárez ha centrado su trabajo en integración, estado de bienestar y migración habiendo realizado varios estudios comparativos. Con estos antecedentes, el pasado 22 de marzo participaba en las Primeras Jornadas sobre Renta Básica Universal de A Coruña organizadas por el colectivo de Renda Básica de esta ciudad, junto al Colegio de Educadoras Sociales y el Ayuntamiento.
Uno de los temores recurrentes que emergen entre las personas cuando se defiende la idea de una renta básica universal es que una medida como ésta provocaría un “efecto llamada”. ¿Qué respuesta dar ante este ansia que conecta tan bien con los discursos anti inmigración?
Yo creo que un elemento que tenemos que constatar es el análisis que existe en la actualidad sobre si los inmigrantes están yendo a aquellas comunidades o estados donde el bienestar es más generoso. La inmigración que hay en los países nórdicos, por ejemplo, es inferior a la de otros países europeos. Si ha subido es por la llegada de refugiados, porque justamente son estados de tradición de acogida en este sentido, donde la llegada de refugiados se produce por una intervención institucional.En el caso de España, en determinadas comunidades autónomas en las que el estado de bienestar es más generoso —el caso del País Vasco y Navarra—, las tasas de inmigración están por debajo de la media estatal y de comunidades autónomas como Madrid, Cataluña o la propia Comunidad Valenciana.Por lo tanto hay que desmontar esa idea que no se demuestra con los datos existentes, la población extranjera se mueve por la idea de conseguir autonomía, de lograr un trabajo, lograr un bienestar y una seguridad. Son motivos complejos los que llevan a la migración, pero en ningún caso es el de la dependencia económica y el de vivir de una ayuda, aunque pueda ser universal. Otra cosa es que, si los inmigrantes son residentes ya en un territorio y ese derecho es un derecho para todas y todos, lo natural es que lo ejerzan.
Contamos con el precedente de Italia donde Cinque Stelle se comprometió a implementar una renta básica que al final no ha sido ni universal ni incondicional. Desde el gobierno, primero se intentó excluir a los inmigrantes del acceso a estas ayudas y después se habló de exigir muchos años de residencia. ¿No podría la RBU ser utilizada por la derecha excluyente para afianzar la barrera entre una ciudadanía plena (las personas nativas con derecho a una renta) y una ciudadanía de segunda (inmigrantes sin derecho a recibir este ingreso)?
Ya estamos viviendo procesos dentro de Europa donde se van cerrando los derechos de acceso de las personas migrantes a múltiples prestaciones de bienestar social. En este sentido en España sucede lo mismo, es lo que se denomina chovinismo del bienestar, la idea de que el estado de bienestar solo sea para los nativos y que justamente se excluya a la población extranjera de este tipo de derechos.
Esto alimenta esas posiciones previas a la llegada de los populismos de extrema derecha radical a los gobiernos europeos, gobiernos que de hecho en esta llegada han visto una legitimidad para radicalizar este discurso, incluso una legitimidad para excluir todavía más y de formas aún más directas y menos veladas a la población extranjera de este tipo de derechos. Al hacerlo, no están considerando el aporte económico que han tenido los inmigrantes, que es un aporte económico neto al Estado de Bienestar, tanto en contribuciones al sistema de seguridad social, como en pago de impuestos indirectos por el consumo, etc. En este sentido es una visión bastante cruel de “primero te exploto, luego te excluyo”, y que perpetúa el racismo institucional.
A la hora de contrarrestar discursos excluyentes, cuando se esgrimen argumentos sobre lo que han contribuido los migrantes, ¿no nos arriesgamos a entrar en una fase de justificación instrumental que se aleja de la justificación desde un paradigma de derechos humanos?
Lo que te acabo de explicar es una justificación plenamente utilitarista en ese sentido y a veces positivista y cuantitativista pero sin embargo creo que es necesario adoptar todo tipo de argumentos, justamente para desmontar ese frente polivalente de voces. Efectivamente, el argumento central ahí es que la persona inmigrante tiene que tener acceso a todos los derechos por el simple hecho de ser residente, tenemos un estado social y una democracia que para que avance en su consolidación debería aplicar estas dosis de reparto de la riqueza al conjunto de su población independientemente de variables como pueden ser la nacionalidad, el sexo, la raza o la diversidad cultural.
Este chovinismo del bienestar del que hablas a menudo se sirve de bulos que se difunden con mucha facilidad en los que se explican los presuntos privilegios de las personas migrantes frente a las nativas a la hora de acceder a recursos sociales. Hay quienes dicen que desmontar estos bulos tiene un efecto limitado entre quienes están convencidos de tener razón, ¿de qué otras maneras podemos interpelar a la sociedad para deconstruir estos discursos? 
Es complicado, desde mi punto de vista la única manera de desmontar parte de toda esa creación, de este frente, es inyectando igualdad en nuestra sociedad, inyectando igualdad material, por así decirlo. Eso desactivaría parte de esta cuestión. Yo creo que urge incidir en lo referente a políticas públicas y de intervención directa porque el grado de desigualdad es muy amplio y eso puede alimentar parte de todo ese racismo discursivo. Otra cuestión está en el racismo simbólico, y este sí que me parece más complicado de desmontar, sabemos que allí donde hay convivencia, todo este discurso de sospecha ante las personas inmigrantes penetra menos, porque se personifica la idea de migración, hay un contacto.Sí, es muy complicado y creo que la respuesta no puede ser el miedo, no puede ser ceder, no puede ser generar políticas que legitimen posteriormente medidas más extremas, estos discursos más extremos. Hay que combatir la desigualdad de frente. Pero no puede hacerse solo con políticas específicas —que están muy bien, que se está haciendo un trabajo tremendo desde el tercer sector— que son como lluvia fina, hay que hacerlo de manera directa y no como si no se quisiese entrar en el tema. Yo creo que la cuestión aquí, es que no se está queriendo entrar en el tema de la desigualdad.Por eso yo destaco mucho las políticas valientes que ha llevado a cabo el Ayuntamiento de Barcelona ampliando ciudadanía en aquellos sectores de inmigrantes que estaban más excluidos, ampliando derechos para las personas en situación irregular, buscando posibilidades de regularización para esas personas. También denunciando que el barco esté en el puerto, que no se salga a rescatar: yo creo que esa es una línea valiente y que debemos aprender mucho de ese tipo de políticas, de ese tipo de iniciativas porque van directamente a contrarrestar los bulos y discursos antiinmigración, a alimentar otro tipo de respuesta social.
Se pasó de decir que los inmigrantes venían a “quitarnos el trabajo” a alertar que “los inmigrantes vienen a quitarnos las ayudas sociales”. ¿Qué hacer ante este sentido común del “no hay para todos” que enfrentaría a un sujeto nativo que “merece” frente a un sujeto extranjero que “usurpa”?
Ese discurso está ahí, pero lo que hay que señalar primero es que se trata de un discurso que se ha provocado, y que no se corresponde a la realidad, con datos cuantitativos. Se ha llevado a la población, con las políticas de austeridad, a esa sensación de recursos limitados. Es preciso ir a alianzas ya en un plano internacional, en un plano más global para crear una alternativa de izquierdas que rompa con el austericidio como política económica, porque en este sentido la población se siente presa de ese marco discursivo ideológico. Marco amplificado por esta radicalización que sucede cada vez que la derecha está en la oposición en España, y en este caso con la aparición de partidos que apuntan mucho más directamente hacia la exclusión de los inmigrantes como es Vox.
Hay que ir a alternativas mucho más globales, acompañadas de fuerzas y de partidos a una escala internacional para romper con ese marco global impuesto que, efectivamente, ha conducido a un empobrecimiento general de la sociedad y a una exclusión sin precedentes. Es muy necesario construir esta alternativa porque ellos sí que están articulados a nivel global y la izquierda no. Lo que quiso hacer Syriza, su rebelión a estas políticas, fracasó nada más nacer y esto es algo de lo que tenemos que aprender: hay que trascender ese marco estatal, es la única solución que veo para poder tener una posición global de fuerza.
Sin embargo parece que la izquierda apunta más a avalar la “racionalización” de las migraciones, que a ensayar frentes que disputen las políticas de austeridad, o promover medidas innovadoras de justicia social como la RBUI.
Se han dado giros muy perversos, en este caso desde las primeras medidas del gobierno socialista hasta la actualidad. Son giros bastante grandes en este campo. Sabemos por estudios en sociología de las migraciones que cada vez que hay un partido antiinmigración — y Vox lo es— el resto de fuerzas, en política migratoria, se hacen mucho más restrictivas. Pero las fuerzas de la izquierda no se pueden dejar llevar y atemorizar ante un discurso tan elaborado y dirigido contra ese conjunto de la ciudadanía. Se han perdido cosas en la agenda, debates. En este caso es curiosísimo cómo, por ejemplo, Europa está experimentando en la línea de la renta básica, en Barcelona, en Finlandia. Una medida que en principio pertenecía a una agenda de izquierda ya casi nadie la mantiene y justamente es Europa quien se hace con esa idea y quien posiblemente la desvirtúe completamente. Por ejemplo salió estos días el tema del debate, el partido socialista proponía meter una medida en su programa que era la renta básica, pero era una auténtica desvirtuación de la idea.Hay efectos perversos en coger una palabra, un concepto, descafeinarlo totalmente y que pierda toda su capacidad transformadora. Tenemos que estar muy atentos y no dejar caer nuestras ideas, ir ganando terreno poco a poco. Es necesario que haya colectivos en cada localidad que vayan expandiendo el conocimiento sobre lo que implica una medida como la renta básica, como en el caso de A Coruña, que aunque tenga una renta social municipal que obviamente no es la RBUI, está sacando a gente de situaciones muy complejas y están poniendo su grano de arena en este punto y contrarrestando la tendencia general en política social.
Me sorprendió que la renta social de esta ciudad incluya a las personas inmigrantes en situación irregular como posibles beneficiarios.
Yo creo que los ayuntamientos del cambio están ampliando el margen de ciudadanía, de derechos de ciudadanía y esa para mi es la transformación necesaria. Demostrando que se puede hacer, muchas veces sin cambiar paraguas legislativos, tremendamente restrictivos, a nivel estatal o autonómico.Están demostrando que se puede hacer y que no pasa nada, que son inversiones sociales tremendamente potentes. La línea es esa, esa institucionalización, esa capacidad que pueda haber de mantener ese tipo de prácticas por parte de estos gobiernos es fundamental para solidificar el cambio. Son laboratorios para propuestas que muchas veces los estados no se atreven a implementar, propuestas a las que los partidos renuncian.
 Kaosenlared


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