La transición energética
pasa por abandonar las nucleares y el carbón a corto plazo
Ecologistas en Acción
exige que el gobierno emprenda el camino hacia un modelo energético basado en
energías limpias y renovables para cumplir los Acuerdos Climáticos de París,
proteger el medioambiente y los recursos, generar riqueza y empleo, y abaratar
la factura de la luz.
El debate energético
está de rabiosa actualidad, puesto que la UE exige a sus estados que presenten
una estrategia para cumplir los Acuerdos Climáticos de París a principios de
2018. Este compromiso fuerza a reformular profundamente el modelo energético,
puesto que hay que alcanzar importantes reducciones de emisiones de gases de
invernadero para 2030. De todos los combustibles fósiles, el carbón es el que
provoca más emisiones de dióxido de carbono por energía producida.
Por si esto fuera
poco, los permisos de funcionamiento de las centrales nucleares españolas
expiran entre 2020 y 2024, así que el gobierno ha de tomar decisiones en esta
misma legislatura sobre el papel que ha de jugar esta energía, puesto que en
verano de 2020 caducan los permisos de Almaraz I y II (Cáceres) y de Vandellós
II (Taragona).
Por tanto, el tiempo
que se acerca requiere de importantes decisiones por parte del gobierno
español, decisiones que deberían tomarse pensando en el bien común y no sólo en
el beneficio de sectores económicos tan poderosos como las compañías eléctricas
y los bancos de inversión.
La explotación de las
centrales nucleares amortizadas es un excelente negocio para las empresas
eléctricas y sus grandes inversores, como los bancos de inversión, que no
genera beneficio alguno para el país. Pero además, es un negocio rentable
después de décadas de protección política y de subvenciones más o menos
encubiertas en forma de Costes de Transición a la competencia, de la Moratoria
Nuclear, del pago de la gestión de los residuos y del stock del uranio. En el
mercado marginalista español, el precio del kWh nuclear se paga en promedio a
unas tres veces lo que cuesta producirlo, y de ahí el interés en que sigan
funcionando las centrales. Las centrales nucleares son en España un verdadero
freno para el desarrollo de las energías renovables, puesto que no es viable
técnicamente un mix eléctrico con una producción del 22 % de electricidad
nuclear, que funciona en base, no se regula y no es flexible.
Además, no hay que
olvidar los problemas ambientales que ocasionan las centrales nucleares, los
cuales, por sí mismos, suponen suficiente argumento para abandonar esta fuente
de energía: contaminación, riesgo de accidente y generación de residuos
radiactivos.
La opción por un
modelo basado en renovables debe ir acompañada por un cierre escalonado de
centrales nucleares. La decisión de prolongar su funcionamiento hasta los 50 o
60 años favorece claramente a poderosos sectores económicos, aunque los
perjuicios de la energía nuclear los suframos todos.
El problema de las
retribuciones a las diferentes fuentes de energía es clave en este debate, pues
determina qué tecnologías serán las protagonistas y qué agentes ganarán más o
menos dinero. Los intentos para fijar precios ventajosos garantizados para la
energía nuclear que se han producido en Reino Unido, han chocado una y otra vez
con el Consejo de Competitividad Europeo que no aprueba la ventaja de este
sector empresarial. Pero el Gobierno español no tiene de qué preocuparse,
porque el consejo nunca ha puesto su lupa sobre la financiación de las
nucleares españolas.
En la estrategia para
cumplir el Acuerdo de París, que debería suponer una auténtica transición a un
nuevo modelo energético 100 % renovable y limpio, el Ministro Álvaro Nadal
y su secretario de Estado, Daniel Navia, ya hablan sin rubor de mejorar los
pagos a las grandes eléctricas cambiando el protocolo de las retribuciones por
inversión, suavizando la reducción reglamentada actualmente por la caída de los
tipos de la deuda española. Ecologistas en Acción exige que estas retribuciones
se apliquen sólo en aquellas tecnologías que de verdad contribuyen a la
transición a un nuevo modelo energético, y no al mantenimiento del estatus quo
que supone el beneficio para unos pocos y el freno de la expansión de las
renovables.
ECOLOGISTAS EN ACCION
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