Yemen, las metástasis de un
genocidio
A más de cuatro años del inicio de la
guerra, la paz sigue siendo mucho más remota, que la posibilidad de una nueva
guerra que se extiende como metástasis en un cuerpo cada vez más enfermo.
El rey Salman y su heredero, el príncipe
Mohamed bin Salman, el verdadero hombre fuerte del reino, no pueden escapar del
lodazal en el que solo se mantienen a flote gracias a los miles de millones de
dólares con que pagan el silencio de Occidente, al tiempo que el pueblo yemení
resiste ya no solo a la coalición saudita, sino también a sectores nacionales,
que responden a intereses extranjeros, que harán que, finalizada la guerra, si
alguna vez el milagro sucede, Yemen emerja de ella fraccionada en dos o tres
estados.
Esos
estados podrían conformarse con el remanente de las fuerzas del depuesto
presidente Abd-Rabbu Mansour Hadi, a quien, tras su renuncia, en el marco de la
guerra civil, Riad obligó a reasumir su cargo para tener una cobertura más o
menos atendible antes de iniciar las acciones contra las fuerzas houthi en
2015. Otro de los estados podría formarse con las fuerzas houthis que
han llevado al extremo la capacidad de resistencia en una de las guerras más
asimétricas que se recuerden y que cuentan con el apoyo de la comunidad chií,
los sunitas pobres del país y, de alguna manera, el soporte
discreto de Irán y el Hezbollah. En el marco de la fragmentación
del país aparece un viejo protagonista que recién se muestra ahora y son los
separatistas del sur, quienes desde el principio de la guerra apoyaron Riad.
Los
separatistas, conocidos como el Consejo de Transición del
Sur (CTS) liderados por Ali Salem al-Huraizi, el 10 de agosto
pasado, tras cuatro días de combate tomaron la ciudad de Adén, junto a varios campamentos
militares en la provincia vecina de Abyan. Adén está considerada como
la capital de facto del país, ya que Sanaa, la histórica capital, se encuentra
en poder de los houthis.
La
guerra finalmente también ha devorado el acuerdo de paz respaldado por las
Naciones Unidas, firmado en diciembre pasado en la cumbre de Estocolmo, entre
los hutíes y el “gobierno” yemení respaldado por Arabia
Saudita que permitiría la retirada de tropas de ambos bandos del estratégico
puerto de al-Hodeidah, por el que se estuvo combatiendo desde mayo del año
pasado. En junio último, el principal aliado de Arabia Saudita, los
Emiratos Árabes Unidos (EAU) anunciaron una importante reducción de sus fuerzas
en al-Hodeidah, con la excusa de “fomentar la confianza” para estimular el
proceso de paz, sin ninguna consecuencia más que los avances del Consejo
de Transición del Sur (CTS), contra las posiciones de sus viejos aliados,
acciones que los hutíes, al margen de esos choques, utilizan
políticamente, como la evidencia que el hombre de los sauditas, el ex
presidente Mansour Hadi y los separatistas no están en condiciones de gobernar
el país.
Abu
Dhabi financió y entrenó a cerca de unos 100 mil yemeníes, entre ellos, muchos
de los que hoy conforman el CTS, que desde su improvisada base en Mahra,
una provincia del sudeste yemení, lanzaron las operaciones para conquistar la
ciudad de Adén, hecho que paralizó a las fuerzas de Mansour Hadi, no solo
rompiendo la alianza con Arabia Saudita, sino iniciando una guerra dentro de la
guerra, como las metástasis que extiende el mal y solo preanuncia la
continuidad del genocidio yemení.
El
CTS libró fuertes combates con las tropas pro sauditas en la provincia de
Shabwah, al este del país, al mismo tiempo, que reunía a líderes tribales en
Hadramout, la provincia más extensa del país y fronteriza con Mahra, tratado de
incorporarlos a sus filas. Mientras, efectivos hutíes utilizaron
drones y misiles contra Adén, matando a unos cincuenta hombres de las fuerzas
separatistas, entre ellos Abu Yamamah (Munir Mahmoud al-Yafi) unos de los más
antiguos y conocidos comandantes de las fuerzas del sur. Algunas versiones
responsabilizaron de esta última acción al integrista Islah (Congregación
Yemení por la Reforma), el principal partido político de la oposición vinculado
con la Hermandad Musulmana.
Una
guerra entre el norte y el sur
El
paradigma de la guerra en Yemen está virado de la confrontación entre las
fuerzas Houthis que resisten a la coalición Arabia Saudita y
sus aliados locales a una guerra real, que está comenzando entre el norte y el
sur del país. Según algunas fuentes locales, los renovados bríos con que actúan
los separatistas del sur, estarían vinculados a intereses de los Emiratos
Árabes, que identifica prioridades diferentes a los de sus socios sauditas.
Para los emiratíes es clave aniquilar la influencia cada vez más importante de
los Hermanos Musulmanes, junto a varios batallones de al-Qaeda
para la península islámica y el Daesh que,
según han detectado diferentes comandantes de las fuerzas emiratíes,
tienen cada vez más presencia en el conflicto y su influencia tarde o temprano
podría llegar a los Emiratos. Mientras que los sauditas consideran como
fundamental exterminar la resistencia houthi, a quienes consideran
aliados de Teherán.
Desde siempre se ha sabido que entre
Mansour Hadi y los EAU, existe una fuerte tensión, y que Abu Dhabi, si bien
acompañó a los sauditas desde la hora cero en su guerra en Yemen, nunca estuvo
de acuerdo con mantener a Hadi en el poder, ahora el depuesto presidente
yemení, ha responsabilizado públicamente a los EAU de respaldar a los
separatistas, acusación que los emiratíes rechazaron; a pesar de esa
negativa surgieron fricciones entre Riad y Abu Dhabi, por lo que, a mediados de
agosto, el príncipe heredero de Abu Dabi, Mohammed ben Zayed, se reunió con el
rey Salman bin Abdelaziz y el príncipe heredero Mohammed bin Salman en La Meca,
para salvar la coalición.
El
sur tiene una largar tradición separatista, recordemos que entre 1967 y 1990 en
el marco de la guerra fría, el país estuvo dividido entre Yemen del norte pro
occidental y Yemen del sur, que se convirtió en el primer estado marxista del
mundo árabe. En 1994, estalló un nuevo intentó separatista que desde entonces
se mantuvo larvado. En 2018, se produjeron algunas protestas en el sur contra
el gobierno de Hadi; pero este nuevo estallido se inició el 7 de agosto pasado,
durante un cortejo fúnebre por los soldados del sur muertos tras un
bombardeo houthi unos días antes. Al pasar por el palacio
presidencial la guardia reprimió violentamente a los manifestantes que coreaban
consignas anti Hadi, lo que dio inició a este nuevo desborde segregacionista.
Lo que obligó a la fuerza aérea saudita a bombardear a quienes unas pocas horas
antes contaban como aliados.
En
Muscat, la capital de Omán, se ha conocido la aparición de otro grupo yemení,
el Movimiento Revolucionario para el Sur también separatista
pero enfrentado al STC, por su cercanía a los EAU, que temen que esa región del
país se convierta en un nuevo teatro de operaciones donde se jueguen los
intereses de las naciones del Golfo y no de Yemen.
A más de cuatro años del inicio de la
guerra, la paz sigue siendo mucho más remota, que la posibilidad de una nueva
guerra que se extiende como metástasis en un cuerpo cada vez más enfermo.
-Guadi
Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado
en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
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