Ian Gibson: “La derecha
española tiene el franquismo en el ADN”
El hispanista Ian Gibson dice que en la
dictadura eran “imprescindibles historiadores británicos, franceses y
norteamericanos” y afirma sentirse “implicado en la lucha por los derechos de
las víctimas del franquismo”.
“La derecha española, consciente de la enormidad de la
represión franquista, no quiere en absoluto facilitar la investigación de la
misma. Esto no fue Alemania, aquí imperaron a lo largo de cuarenta años la
impunidad, el silencio y la destrucción de documentos comprometedores”.
Deustche Welle: Aunque ha escrito mucho
sobre la Guerra Civil española y sus protagonistas, sus obras más conocidas son
las dedicadas a Lorca, el más famoso de los fusilados en la contienda. ¿Por qué
es un tema controvertido todavía el de las fosas comunes en España y el de las
exhumaciones?
Ian Gibson: Yo, realmente, no he escrito tanto sobre la
Guerra Civil española y sus protagonistas, pero algo sí. A veces hasta me
confunden con Paul Preston o Hugh Thomas, y es un error. No soy
historiador, sino filólogo y, sobre todo, biógrafo: Lorca, Buñuel, Dalí,
Antonio Machado. Ahora bien, me siento muy implicado en la lucha por los
derechos de las víctimas del franquismo. Lorca sigue siendo un desaparecido,
creo que el desaparecido más famoso y más llorado del mundo. Es tremendo. La
derecha española dice que no es franquista pero tiene el franquismo en los
genes, en el ADN. Escudándose en la Ley de Amnistía anterior a la
Constitución de 1978, se opone a que el Estado se ocupe de las reivindicaciones
de las víctimas del franquismo, principalmente en lo que toca a la exhumación
de los fusilados, que suman más de 115.000. Es una situación a mi juicio
vergonzosa. El franquismo buscó a las víctimas de “los rojos” y les dio
decente entierro. ¿Y qué pasa? La derecha actual sigue negando que los del
bando vencido tengan los mismos derechos, diciendo que sería “reabrir heridas”.
Como investigador, ¿qué dificultades ha
encontrado para estudiar la Guerra Civil y el franquismo posterior?
Bajo el franquismo, tuve todas las dificultades
imaginables para investigar la muerte de Lorca, como se puede imaginar. No
podía ser de otra manera. Era imposible acceder a los archivos, muy difícil
conseguir un “dato”. Todo era historia oral, hablar y hablar, mentir y mentir,
tergiversar y tergiversar. Además era necesario obrar con mucha cautela para
que mis informantes no tuviesen problemas con la policía. Mis amigos
historiadores, tales como el mencionado Paul Preston, me aseguran que hay
archivos oficiales todavía cerrados a la investigación. Es bochornoso casi
medio siglo después de la muerte de Franco.
¿Por qué se blindan algunos archivos con
la excusa de la seguridad nacional? ¿Qué pueden tener miedo de que se
descubra?
La derecha española, consciente de la enormidad de la
represión franquista, no quiere en absoluto facilitar la investigación de la
misma. Esto no fue Alemania, aquí imperaron a lo largo de cuarenta años la
impunidad, el silencio y la destrucción de documentos comprometedores. La
derecha española se niega a aceptar que aquí hubiera un holocausto, un crimen
de lesa humanidad. Es una situación muy difícil. Para mí, los principales
culpables de la situación actual son los socialistas. Cuando tuvieron, a partir
de 1982, una mayoría absoluta astronómica decidieron “no mover el asunto”,
pensando que era mejor esperar. Estuvieron catorce años en el poder y no
hicieron nada. ¡Y hoy, en 2018, Franco está todavía en el Valle de los Caídos,
con flores frescas cada mañana pagadas por los españoles! Como hispanista y
español nacionalizado me produce auténtica vergüenza.
La derecha española actual ni se
considera heredera del franquismo ni tampoco lo condena rotundamente. ¿Por qué
esta ambivalencia?
Es más bien hipocresía. Ellos saben de dónde vienen y
quiénes son. ¿O no? Sus tics antidemocráticos son patentes. Pero, claro, nunca
van a decir que añoran el franquismo, aunque, de vez en cuando, se les escapa
una barbaridad en este sentido, como cierto ministro del Partido Popular, cuyo
nombre prefiero olvidar, que gustaba de recordar la “placidez” con la cual
vivió la dictadura.
En su opinión, ¿sigue vigente la
división de las “dos Españas” enfrentadas?
Algo de las “dos Españas” sigue
existiendo, sin duda alguna. No es solo la dificultad que experimenta la
derecha de afrontar la verdad de la Guerra Civil y de la dictadura sino su incapacidad
para asumir la historia española de antes de 1492 y la Toma de Granada. De
asumir el hecho innegable de las distintas sangres que bullen en las venas
españolas. En la obra de Lope de Vega, Peribáñez y el comendador de Ocaña,
el protagonista, que es Peribáñez, proclama con orgullo: “Yo soy un hombre,
aunque de villana casta, / limpia de sangre y jamás de hebrea o mora
manchada”. Lo dice todo: el cristiano viejo sin una gota de sangre moruna
o judía. No hay nadie en España que no tenga “sangre manchada”. Pero aquí no se
enseña ni una palabra de árabe y menos de hebreo. La gente no sabe que Madrid
es árabe, también La Mancha (significa “llanura alta” en aquel idioma). Un
desastre. Los españoles tienen un serio problema de identidad, no saben de dónde
vienen y no saben quiénes son. Los franceses sí saben de dónde vienen y quiénes
son. También los ingleses. Obviamente exagero un poco, pero no demasiado.
¿Siguen siendo los principales
especialistas en la historia de España historiadores extranjeros? ¿Tienen más
facilidad o más perspectiva para estudiar, en concreto, esta época de la Guerra
Civil y el franquismo?
Hay en España una nueva promoción de historiadores
jóvenes, muchos de ellos de primera fila, entre ellos Julián Casanovas y
Alberto Reig Tapia. Y algunos, ya no tan jóvenes, magníficos, como José Álvarez
Junco. Pese a todo, la democracia posfranquista ha permitido en este sentido
una mejora notable. ¡Ya no van a ser tan imprescindibles los historiadores
británicos, franceses y norteamericanos! Eran muy necesarios durante la
dictadura –pienso sobre todo en Brenan, Southworth, Thomas y Jackson– y
aportaron mucho, mucho a nuestro conocimiento de la España contemporánea. Pero
ya estamos en otra época y tengo que creer en la posibilidad de que España,
integrada en Europa, vaya poco a poco convirtiéndose en el gran país culto con
el cual uno siempre ha soñado. ¡Tiene tanto a su favor si solo se diera cuenta!
Kaosenlared
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