Sin respuesta frente la emergencia climática cinco años después del Acuerdo de París·
Ecologistas en Acción hace público un dosier que señala como, en el quinto aniversario de la aprobación del Acuerdo de París, la comunidad internacional sigue muy lejos de cumplir con el objetivo de limitar el calentamiento global en 1,5ºC.
· El retraso de la agenda internacional no puede seguir siendo una excusa para que los países presenten compromisos más ambiciosos antes de que finalice el año 2020.
·
La recuperación de los
efectos de la COVID–19 amenaza con apuntalar un sistema fósil y caduco que ha
conducido a la situación actual, por lo que es necesario entender que la
única salida posible tiene que pasar por una plena integración de los
principios de justicia ecológica y social.
Tras 25 convocatorias de cumbres climáticas, el descenso de las emisiones no llega. 2019 marcó un máximo histórico en las emisiones globales, y a pesar de los efectos del parón de la COVID–19 la tendencia de 2020 sigue el mismo patrón. Mientras tanto, el planeta da cada vez más señales de graves alteraciones climáticas: las lluvias torrenciales, los episodios de sequía y los grandes incendios forestales siguen alcanzando enormes dimensiones y terribles consecuencias. De hecho, este año será el tercero más cálido jamás registrado.
Con el
objetivo de evaluar estas últimas informaciones, así como el estado de la lucha
climática tras la cancelación de los eventos previstos y, en especial, de la
COP26, Ecologistas en Acción hace público el dossier ‘El Acuerdo de París cinco años
después: más cerca de superar los 2 °C’. Una
publicación que se da dentro del proyecto ‘De Kunming a Glasgow, un año
fundamental para el planeta’, que cuenta con el apoyo del Ministerio para la
Transición Ecológica y el Reto Demográfico a través de la Fundación
Biodiversidad.
El
informe analiza cuál es el estado climático actual, los cambios en la agenda
producidos a raíz de la COVID–19 y cuáles son los retos pendientes en la lucha
climática. Entre ellos, a finales de año los países deberán presentar sus
compromisos ante el Acuerdo de París. Estos deberán contener una estrategia en
el corto plazo y otra que culmine en muchos países antes de 2050 con una
completa descarbonización de su economía. Unos compromisos que en la actualidad
se sitúan muy lejos de lo requerido, ya que conllevarían en 2030 una reducción
de las emisiones en cuatro o seis gigatoneladas de carbono equivalente (GTCO2e)
frente a la reducción de 32 GTCO2e que la comunidad internacional establece
para mantener el incremento de la temperatura global en 1,5 ºC.
Tras la
cumbre de Madrid-Chile, se esperaba que al menos la comunidad internacional
presentara nuevos compromisos antes de la COP26 que se iba a celebrar en
Glasgow, de forma que, se pudiera revisar e impulsar un incremento de ambición
en la cumbre previo a la entrada en funcionamiento del Acuerdo de París. Sin
embargo, esto no ha sido así y se hace imprevisible saber cómo afectará al
calendario de revisión de los objetivos este año de retraso. Además, la cumbre
en Glasgow acumulaba retrasos importantes, entre ellos solventar las
discusiones pendientes como el desarrollo del artículo 6, que define los
mecanismos y mercados de carbono, y cuya aprobación podría suponer una
minoración de los objetivos ya endebles, además de acumular un largo historial
de vulneraciones sociales y ambientales.
Así,
este año 2020 que se preveía como fundamental para el planeta en términos de la
lucha contra la pérdida de biodiversidad y el calentamiento global ha quedado
en pausa mientras se afronta la crisis provocada por la COVID–19. Una
emergencia sanitaria que ha mostrado la urgencia de actuar a tiempo y siguiendo
las indicaciones científicas. Por ello, ante los paquetes de estímulos creados
para superar el bache que ha supuesto esta situación, no hay que olvidar que
apenas queda tiempo para afrontar la emergencia climática y que se deben
dirigir todos los esfuerzos a adoptar modos de vida que quepan dentro de los
límites planetarios. Resulta paradójico comprobar como en la pasada cumbre del
G20 se comprometieron 233.000 millones de dólares para sustentar a la industria
fósil, mientras que solo se comprometieron 146.000 millones de dólares para las
energías renovables.
A pesar
de que en los últimos meses se han ido iniciando importantes reformas
legislativas en materia climática que acumulaban años de retraso, la ambición
española sigue siendo insuficiente. La reducción del 20 % queda lejos del
55 % que sería necesario alcanzar en 2030 respecto a los niveles de 1990.
Mientras, se adolece de una falta de planificación realista tanto en el
despliegue de las energías renovables como en el impulso de otras estrategias
sectoriales como el hidrógeno verde, que podrían llevar a nuevas burbujas
especulativas con un elevado impacto ambiental y social. Una crítica de la que
no están exentas las medidas de ayuda para la recuperación de la COVID–19, que
deberían servir para afianzar proyectos auténticamente sostenibles, y no a empresas con un elevado
impacto climático.
En este quinto Aniversario de la Cumbre de
París, para Ecologistas en Acción no hay nada que celebrar hasta que existan
políticas y medidas a la altura de las indicaciones científicas. Una falta de
ambición que hace afianzar a la organización ecologista su compromiso con la
respuesta que viene de la mano de la ciudadanía. Una ciudadanía que sigue
movilizándose frente a la emergencia climática y que sigue creando proyectos
capaces de sostener la vida desde lo local, lo cercano y lo humano.
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