El acuerdo comercial entre la
UE y Mercosur agravará la crisis climática y de biodiversidad
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El acuerdo es
equivalente en volumen comercial y población afectada a cuatro veces el CETA
firmado con Canadá.
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Tendrá un impacto
negativo incalculable sobre la crisis climática y debilitará los derechos de
las personas frente a los de las corporaciones.
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La campaña No a los
Tratados de Comercio e Inversión, integrada por más de 100 organizaciones
sociales, sindicales, políticas, agrarias y ecologistas, entre las que se
cuenta Ecologistas en Acción, ha calificado el anuncio como “una de las peores
noticias de los últimos años”.
La Unión Europea ha cerrado con los
países de Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) un acuerdo negociado
durante 19 años a espaldas de la ciudadanía, pese a ser el mayor acuerdo
comercial alcanzado nunca por la Unión Europea. Afectará a 780 millones de
personas y supone un espaldarazo a las políticas extremistas y
ultraneoliberales de los presidentes Bolsonaro y Macri.
El tratado conlleva una liberalización
muy importante del comercio entre ambos bloques que beneficiará
fundamentalmente a las grandes empresas europeas de industrias como la
automovilística, la química, la farmacéutica o la textil y a los grandes
exportadores de productos agropecuarios de los países de Mercosur, a costa de
importantes impactos en el campo europeo y la desarticulación de muchos
sectores industriales de Mercosur, con repercusiones muy negativas en el empleo
y el medio ambiente.
Algunas de las consecuencias que implicará este acuerdo serán las siguientes:
Algunas de las consecuencias que implicará este acuerdo serán las siguientes:
–
Europa recibirá una avalancha de productos de los países considerados “los
graneros del mundo”. Los pequeños productores agrícolas
y ganaderos se verán gravemente perjudicados,
desaparecerán muchos de ellos y se dificultará la adopción de modelos de
proximidad y ecológicos. Crisis como la del sector de la naranja, debida a las
importaciones de Sudáfrica, se reproducirán en otros sectores.
–
El incremento del transporte de mercancías a larga distancia con el consumo de
combustibles fósiles asociado tendrá importantes repercusiones climáticas. Pero
además, en lo referente al medio ambiente y la biodiversidad, en los países
exportadores se incrementará el ya descontrolado ritmo de deforestación de la Amazonía y otros ecosistemas de
gran importancia como el Cerrado brasileño o el Chaco en Argentina y Paraguay, ya muy mermados por la expansión de monocultivos
agrícolas (soja) y ganadería (vacuno) a gran escala. El acaparamiento de tierras, las deforestación masiva, la
invasión de reservas indígenas y los ataques a personas defensoras de la tierra, ya multiplicados en Brasil con Bolsonaro, se
incrementarán aún más para satisfacer las exportaciones a Europa.
– Los consumidores europeos estarán más expuestos a alimentos cultivados en los países del mundo
que más productos químicos tóxicos emplean. En Brasil, el gobierno de Bolsonaro
está favoreciendo a la industria agroquímica incrementando de forma exponencial
el ritmo de aprobación de nuevas sustancias hasta alcanzar más de una al
día. Solo en 2019 ha aprobado el uso de 239
nuevos pesticidas, un tercio de los cuales no estarían autorizados en la UE. En Argentina el uso del glifosato de
Monsanto/Bayer y otros 40 productos similares está totalmente extendido desde
hace muchos años. En Uruguay el 97 % de las frutas y hortalizas presentaban en
2016 residuos de pesticidas.
–
Como impuestos que son, la eliminación de aranceles supone un desvío directo de
dinero de las arcas públicas hacia las empresas. El propio presidente de la
comisión europea Juncker indicó al anunciar el acuerdo que las empresas
europeas “ahorrarán cada año 4.000 millones de euros en impuestos” (frente a
los 600 del CETA). Todo ese dinero son fondos públicos que los Estados de
Mercosur dejarán de recibir de las empresas que exportan allí, en perjuicio de
sus poblaciones. Pero en Europa, con una cifra no desvelada pero seguramente
mucho mayor, sucederá lo mismo. Se dejarán de recaudar miles de millones de
euros de las empresas que venden sus productos en nuestro continente. Es una ingente cantidad de recursos, que en lugar de regalarse a esas
multinacionales podrían dedicarse a financiar la
transición ecológica o a paliar los efectos dramáticos de la política
migratoria de la UE.
Para
la campaña No a los Tratados de Comercio e Inversión, de la que forma parte
Ecologistas en Acción, este tratado supone
una de las peores expresiones de la globalización. Los acuerdos tendrán efectos nocivos sobre el cambio
climático, la biodiversidad y los derechos humanos, por una parte, y sobre los
derechos de los trabajadores, agricultores, pequeños empresarios y consumidores
y la salud, por otra. Brasil, por ejemplo, no ha ratificado algunos tratados
internacionales muy relevantes en materia de derechos sindicales y de
representación y negociación de las trabajadoras y los trabajadores.
Según
la campaña el impulso final de las negociaciones, principalmente por parte de
España y Alemania, “ha obedecido a intereses de coyuntura política y es totalmente injustificable desde un punto de vista
social y del interés general”.
La firma de este acuerdo, promovido de
forma entusiasta en las últimas semanas por el Gobierno español, supone la
legitimación por parte de la UE de las políticas en contra de los movimientos
sociales, los sindicatos, los pueblos indígenas y el medio ambiente de
los presidentes Bolsonaro y Macri.
El tratado deberá pasar aún por la
aprobación de los parlamentos nacionales, por lo que la campaña No a los
Tratados de Comercio e Inversión estudiará conjuntamente con diversas organizaciones sociales que
se consideren afectadas las acciones a llevar a cabo para tratar de evitar la puesta en marcha de
este dañino tratado.
ECOLOGISTAS
EN ACCION
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