Belén Fernández: “Para
combatir el racismo discursivo hay que inyectar igualdad material en nuestra
sociedad”
La experta en migraciones y defensora de
la Renta Básica Universal Belén Fernández analiza la retórica de la escasez y
su deriva excluyente, proponiendo medidas que aborden frontalmente la
desigualdad material y alianzas globales para enfrentar las políticas de
austeridad. La entrevista la realizó Sarah Babiker.
Para abordar en toda su complejidad cómo
una renta básica afectaría a la inmigración, o de qué manera podría prosperar
una medida así en un momento en el que el miedo a la llegada de personas
extranjeras supone un activo político que algunos partidos explotan sin
contención, hemos charlado con la socióloga Belén Fernández Suárez. Integrante
del Equipo de Sociología de las Migraciones Internacionales de la Universidad
de A Coruña, donde ejerce como docente, Fernández Suárez ha centrado su trabajo
en integración, estado de bienestar y migración habiendo realizado varios
estudios comparativos. Con estos antecedentes, el pasado 22 de marzo
participaba en las Primeras Jornadas sobre Renta Básica Universal de A Coruña
organizadas por el colectivo de Renda Básica de esta ciudad, junto al Colegio
de Educadoras Sociales y el Ayuntamiento.
Uno
de los temores recurrentes que emergen entre las personas cuando se defiende la
idea de una renta básica universal es que una medida como ésta provocaría un
“efecto llamada”. ¿Qué respuesta dar ante este ansia que conecta tan bien con
los discursos anti inmigración?
Yo creo que un elemento que tenemos que
constatar es el análisis que existe en la actualidad sobre si los inmigrantes
están yendo a aquellas comunidades o estados donde el bienestar es más
generoso. La inmigración que hay en los países nórdicos, por ejemplo, es
inferior a la de otros países europeos. Si ha subido es por la llegada de
refugiados, porque justamente son estados de tradición de acogida en este
sentido, donde la llegada de refugiados se produce por una intervención
institucional.En el caso de España, en determinadas comunidades autónomas en
las que el estado de bienestar es más generoso —el caso del País Vasco y
Navarra—, las tasas de inmigración están por debajo de la media estatal y de
comunidades autónomas como Madrid, Cataluña o la propia Comunidad
Valenciana.Por lo tanto hay que desmontar esa idea que no se demuestra con los
datos existentes, la población extranjera se mueve por la idea de conseguir
autonomía, de lograr un trabajo, lograr un bienestar y una seguridad. Son
motivos complejos los que llevan a la migración, pero en ningún caso es el de
la dependencia económica y el de vivir de una ayuda, aunque pueda ser
universal. Otra cosa es que, si los inmigrantes son residentes ya en un
territorio y ese derecho es un derecho para todas y todos, lo natural es que lo
ejerzan.
Contamos
con el precedente de Italia donde Cinque Stelle se comprometió a implementar
una renta básica que al final no ha sido ni universal ni incondicional. Desde
el gobierno, primero se intentó excluir a los inmigrantes del acceso a estas
ayudas y después se habló de exigir muchos años de residencia. ¿No podría la
RBU ser utilizada por la derecha excluyente para afianzar la barrera entre una
ciudadanía plena (las personas nativas con derecho a una renta) y una
ciudadanía de segunda (inmigrantes sin derecho a recibir este ingreso)?
Ya estamos viviendo procesos dentro de Europa donde se van cerrando los derechos de acceso de las personas migrantes a múltiples prestaciones de bienestar social. En este sentido en España sucede lo mismo, es lo que se denomina chovinismo del bienestar, la idea de que el estado de bienestar solo sea para los nativos y que justamente se excluya a la población extranjera de este tipo de derechos.
Ya estamos viviendo procesos dentro de Europa donde se van cerrando los derechos de acceso de las personas migrantes a múltiples prestaciones de bienestar social. En este sentido en España sucede lo mismo, es lo que se denomina chovinismo del bienestar, la idea de que el estado de bienestar solo sea para los nativos y que justamente se excluya a la población extranjera de este tipo de derechos.
Esto alimenta esas posiciones previas a
la llegada de los populismos de extrema derecha radical a los gobiernos
europeos, gobiernos que de hecho en esta llegada han visto una legitimidad para
radicalizar este discurso, incluso una legitimidad para excluir todavía más y
de formas aún más directas y menos veladas a la población extranjera de este
tipo de derechos. Al hacerlo, no están considerando el aporte económico que han
tenido los inmigrantes, que es un aporte económico neto al Estado de Bienestar,
tanto en contribuciones al sistema de seguridad social, como en pago de
impuestos indirectos por el consumo, etc. En este sentido es una visión bastante
cruel de “primero te exploto, luego te excluyo”, y que perpetúa el racismo
institucional.
A
la hora de contrarrestar discursos excluyentes, cuando se esgrimen argumentos
sobre lo que han contribuido los migrantes, ¿no nos arriesgamos a entrar en una
fase de justificación instrumental que se aleja de la justificación desde un
paradigma de derechos humanos?
Lo que te acabo de explicar es una
justificación plenamente utilitarista en ese sentido y a veces positivista y
cuantitativista pero sin embargo creo que es necesario adoptar todo tipo de
argumentos, justamente para desmontar ese frente polivalente de voces.
Efectivamente, el argumento central ahí es que la persona inmigrante tiene que
tener acceso a todos los derechos por el simple hecho de ser residente, tenemos
un estado social y una democracia que para que avance en su consolidación
debería aplicar estas dosis de reparto de la riqueza al conjunto de su
población independientemente de variables como pueden ser la nacionalidad, el
sexo, la raza o la diversidad cultural.
Este
chovinismo del bienestar del que hablas a menudo se sirve de bulos que se
difunden con mucha facilidad en los que se explican los presuntos privilegios
de las personas migrantes frente a las nativas a la hora de acceder a recursos sociales.
Hay quienes dicen que desmontar estos bulos tiene un efecto limitado entre
quienes están convencidos de tener razón, ¿de qué otras maneras podemos
interpelar a la sociedad para deconstruir estos discursos?
Es complicado, desde mi punto de vista la única manera de desmontar parte de toda esa creación, de este frente, es inyectando igualdad en nuestra sociedad, inyectando igualdad material, por así decirlo. Eso desactivaría parte de esta cuestión. Yo creo que urge incidir en lo referente a políticas públicas y de intervención directa porque el grado de desigualdad es muy amplio y eso puede alimentar parte de todo ese racismo discursivo. Otra cuestión está en el racismo simbólico, y este sí que me parece más complicado de desmontar, sabemos que allí donde hay convivencia, todo este discurso de sospecha ante las personas inmigrantes penetra menos, porque se personifica la idea de migración, hay un contacto.Sí, es muy complicado y creo que la respuesta no puede ser el miedo, no puede ser ceder, no puede ser generar políticas que legitimen posteriormente medidas más extremas, estos discursos más extremos. Hay que combatir la desigualdad de frente. Pero no puede hacerse solo con políticas específicas —que están muy bien, que se está haciendo un trabajo tremendo desde el tercer sector— que son como lluvia fina, hay que hacerlo de manera directa y no como si no se quisiese entrar en el tema. Yo creo que la cuestión aquí, es que no se está queriendo entrar en el tema de la desigualdad.Por eso yo destaco mucho las políticas valientes que ha llevado a cabo el Ayuntamiento de Barcelona ampliando ciudadanía en aquellos sectores de inmigrantes que estaban más excluidos, ampliando derechos para las personas en situación irregular, buscando posibilidades de regularización para esas personas. También denunciando que el barco esté en el puerto, que no se salga a rescatar: yo creo que esa es una línea valiente y que debemos aprender mucho de ese tipo de políticas, de ese tipo de iniciativas porque van directamente a contrarrestar los bulos y discursos antiinmigración, a alimentar otro tipo de respuesta social.
Es complicado, desde mi punto de vista la única manera de desmontar parte de toda esa creación, de este frente, es inyectando igualdad en nuestra sociedad, inyectando igualdad material, por así decirlo. Eso desactivaría parte de esta cuestión. Yo creo que urge incidir en lo referente a políticas públicas y de intervención directa porque el grado de desigualdad es muy amplio y eso puede alimentar parte de todo ese racismo discursivo. Otra cuestión está en el racismo simbólico, y este sí que me parece más complicado de desmontar, sabemos que allí donde hay convivencia, todo este discurso de sospecha ante las personas inmigrantes penetra menos, porque se personifica la idea de migración, hay un contacto.Sí, es muy complicado y creo que la respuesta no puede ser el miedo, no puede ser ceder, no puede ser generar políticas que legitimen posteriormente medidas más extremas, estos discursos más extremos. Hay que combatir la desigualdad de frente. Pero no puede hacerse solo con políticas específicas —que están muy bien, que se está haciendo un trabajo tremendo desde el tercer sector— que son como lluvia fina, hay que hacerlo de manera directa y no como si no se quisiese entrar en el tema. Yo creo que la cuestión aquí, es que no se está queriendo entrar en el tema de la desigualdad.Por eso yo destaco mucho las políticas valientes que ha llevado a cabo el Ayuntamiento de Barcelona ampliando ciudadanía en aquellos sectores de inmigrantes que estaban más excluidos, ampliando derechos para las personas en situación irregular, buscando posibilidades de regularización para esas personas. También denunciando que el barco esté en el puerto, que no se salga a rescatar: yo creo que esa es una línea valiente y que debemos aprender mucho de ese tipo de políticas, de ese tipo de iniciativas porque van directamente a contrarrestar los bulos y discursos antiinmigración, a alimentar otro tipo de respuesta social.
Se
pasó de decir que los inmigrantes venían a “quitarnos el trabajo” a alertar que
“los inmigrantes vienen a quitarnos las ayudas sociales”. ¿Qué hacer ante este
sentido común del “no hay para todos” que enfrentaría a un sujeto nativo que
“merece” frente a un sujeto extranjero que “usurpa”?
Ese discurso está ahí, pero lo que hay que señalar primero es que se trata de un discurso que se ha provocado, y que no se corresponde a la realidad, con datos cuantitativos. Se ha llevado a la población, con las políticas de austeridad, a esa sensación de recursos limitados. Es preciso ir a alianzas ya en un plano internacional, en un plano más global para crear una alternativa de izquierdas que rompa con el austericidio como política económica, porque en este sentido la población se siente presa de ese marco discursivo ideológico. Marco amplificado por esta radicalización que sucede cada vez que la derecha está en la oposición en España, y en este caso con la aparición de partidos que apuntan mucho más directamente hacia la exclusión de los inmigrantes como es Vox.
Ese discurso está ahí, pero lo que hay que señalar primero es que se trata de un discurso que se ha provocado, y que no se corresponde a la realidad, con datos cuantitativos. Se ha llevado a la población, con las políticas de austeridad, a esa sensación de recursos limitados. Es preciso ir a alianzas ya en un plano internacional, en un plano más global para crear una alternativa de izquierdas que rompa con el austericidio como política económica, porque en este sentido la población se siente presa de ese marco discursivo ideológico. Marco amplificado por esta radicalización que sucede cada vez que la derecha está en la oposición en España, y en este caso con la aparición de partidos que apuntan mucho más directamente hacia la exclusión de los inmigrantes como es Vox.
Hay que ir a alternativas mucho más
globales, acompañadas de fuerzas y de partidos a una escala internacional para
romper con ese marco global impuesto que, efectivamente, ha conducido a un
empobrecimiento general de la sociedad y a una exclusión sin precedentes. Es
muy necesario construir esta alternativa porque ellos sí que están articulados
a nivel global y la izquierda no. Lo que quiso hacer Syriza, su rebelión a
estas políticas, fracasó nada más nacer y esto es algo de lo que tenemos que
aprender: hay que trascender ese marco estatal, es la única solución que veo
para poder tener una posición global de fuerza.
Sin
embargo parece que la izquierda apunta más a avalar la “racionalización” de las
migraciones, que a ensayar frentes que disputen las políticas de austeridad, o
promover medidas innovadoras de justicia social como la RBUI.
Se han dado giros muy perversos, en este
caso desde las primeras medidas del gobierno socialista hasta la actualidad.
Son giros bastante grandes en este campo. Sabemos por estudios en sociología de
las migraciones que cada vez que hay un partido antiinmigración — y Vox lo es—
el resto de fuerzas, en política migratoria, se hacen mucho más restrictivas.
Pero las fuerzas de la izquierda no se pueden dejar llevar y atemorizar ante un
discurso tan elaborado y dirigido contra ese conjunto de la ciudadanía. Se han
perdido cosas en la agenda, debates. En este caso es curiosísimo cómo, por
ejemplo, Europa está experimentando en la línea de la renta básica, en
Barcelona, en Finlandia. Una medida que en principio pertenecía a una agenda de
izquierda ya casi nadie la mantiene y justamente es Europa quien se hace con
esa idea y quien posiblemente la desvirtúe completamente. Por ejemplo salió
estos días el tema del debate, el partido socialista proponía meter una medida
en su programa que era la renta básica, pero era una auténtica desvirtuación de
la idea.Hay efectos perversos en coger una palabra, un concepto, descafeinarlo
totalmente y que pierda toda su capacidad transformadora. Tenemos que estar muy
atentos y no dejar caer nuestras ideas, ir ganando terreno poco a poco. Es
necesario que haya colectivos en cada localidad que vayan expandiendo el
conocimiento sobre lo que implica una medida como la renta básica, como en el
caso de A Coruña, que aunque tenga una renta social municipal que obviamente no
es la RBUI, está sacando a gente de situaciones muy complejas y están poniendo
su grano de arena en este punto y contrarrestando la tendencia general en
política social.
Me
sorprendió que la renta social de esta ciudad incluya a las personas
inmigrantes en situación irregular como posibles beneficiarios.
Yo creo que los ayuntamientos del cambio
están ampliando el margen de ciudadanía, de derechos de ciudadanía y esa para
mi es la transformación necesaria. Demostrando que se puede hacer, muchas veces
sin cambiar paraguas legislativos, tremendamente restrictivos, a nivel estatal
o autonómico.Están demostrando que se puede hacer y que no pasa nada, que son
inversiones sociales tremendamente potentes. La línea es esa, esa
institucionalización, esa capacidad que pueda haber de mantener ese tipo de
prácticas por parte de estos gobiernos es fundamental para solidificar el
cambio. Son laboratorios para propuestas que muchas veces los estados no se
atreven a implementar, propuestas a las que los partidos renuncian.
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