La piel verde
del planeta se llama Amazonia y se está quemando
Icono de las regiones tropicales del planeta, es difícil decir algo de la
Amazonia que no se haya dicho ya. Podría rescatar descripciones de los
numerosos informes que Greenpeace ha publicado en los últimos 20 años o
rebuscar entre la abundante literatura científica y divulgativa que se ha
referido a la mayor selva tropical del mundo.
¿Pero cómo podemos transmitir toda esta belleza al mundo sensorial? Desde
el aire, cuando uno se aproxima desde el avión a alguna ciudad cercana a esta
interminable selva verde, lo majestuoso de la visión produce una emoción que
proviene de imaginarse pequeño y perdido bajo la maraña de árboles gigantes de
allá abajo, sin tener un sólo punto de referencia para orientarse. Una vez
con los pies dentro de la selva, el oído, el olfato y el tacto
introducen nuevas sensaciones a esta experiencia. La vista juega sólo
un papel relativo. La experiencia sensorial se enrique, sumergidos en una
sudoración continua debido al calor y la humedad, hasta encontrar palabras para
una valoración muy subjetiva: armonía, belleza, virgen, salvaje, paz,
soledad, incertidumbre, insectos….
Sí, ya sabemos que estamos hablando de una región que muerde ocho Estados
de América del Sur (Brasil, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Guayana,
Ecuador, Surinam), estando en su mayoría localizada en Brasil. El
40,18% del continente sudamericano es Amazonia y en su inmenso espacio verde
cabría todo el continente europeo.
También sabemos que los números sobre su biodiversidad abruman, y a veces
no dejan espacio para valorar la belleza de este manto verde. Todos los años se
describen nuevas especies por lo que las cifras varían según las fuentes y su
antigüedad. Por eso da igual que sea más o menos rigurosos los datos que dicen
que la Amazonia alberga el 15% de todas las especies de plantas
terrestres conocidas y en torno al 10% de los mamíferos. O que en una
hectárea de selva se pueden encontrar hasta 300 especies distintas de árboles.
O que el 10% de la biomasa de esta selva tropical sea debida a la actividad de
las hormigas.
Hay especies emblemáticas que sólo viven en esta región del mundo: el
perezoso, el mono araña, la hormiga bala, la rana dardo venenosa, la anguila
eléctrica o el delfín rosado, este último conocido en la región como Boto y
asociado a interesantes leyendas. El jaguar, el gran predador terrestre de la
región, habita la Amazonia pero su distribución se extiende fuera del
territorio amazónico.
El río Amazonas cobra muchas veces protagonismo en las
descripciones de este increíble lugar de la tierra. Con una longitud de 6.400
km, el Amazonas es el segundo río más largo del mundo y representa una quinta
parte de toda el agua fresca que desemboca en los océanos. Entre sus
aguas se encuentra la mayor diversidad de peces que existe en el mundo,
entre 2.500 y 5.000 especies distintas y algunos de los peces del Amazonas son
tan bonitos como temidos. Otro dato superlativo, otro podio y otro motivo para
escalar en el ranking de iconos de la naturaleza planetaria.
A menudo se denomina esta región como “el pulmón del planeta”,
imagen que alude a que la Amazonia juega un papel fundamental en los mecanismos
de regulación del clima, tanto a nivel regional como global. El enorme
intercambio con la atmósfera de gases como el CO2 o el vapor de agua hace de
este gran ecosistema un aliado fundamental para mitigar el cambio climático.
Junto con los océanos, las regiones tropicales son los grandes reguladores del
clima.
Y no nos olvidemos de las personas. La Cuenca Amazónica alberga a
más de 30 millones, de las cuales 220.000 pertenecen a 180 tribus indígenas que
viven en el interior de la selva mejor conservada, a veces con la clara
intención de permanecer aisladas y no entrar en contacto con las personas de
las que desconfían. La selva provee a estos pueblos de todo, desde comida y
refugio hasta herramientas y medicinas, y tiene un papel fundamental en su
cosmovisión y vida espiritual. Los animales, las plantas, los hitos
geográficos, etc. tienen un valor y un significado fundamental para su forma de
vida. Podríamos seguir, pero ¿se puede resumir todo esto en una palabra? Quizás
TESORO sea una palabra posible. Un tesoro.
Todos los años arde la Amazonia, se quema nuestra piel verde. La principal
causa es la expansión de la frontera agrícola y ganadera para la
producción de materias primas (soja, aceite de palma, carne, caña de
azúcar, etc.). Pero previamente, ha sido la industria maderera quien ha
preparado el camino a la soja y el ganado. La tala industrial de madera, en
gran parte ilegal, deja caminos y vías de entrada para que empresas y colonos
prendan fuego al bosque ya intervenido.
Todos los años arde la Amazonia. Un tesoro, un tesoro que se quema pero que
tenemos la obligación de cuidar.
GREENPEACE
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