POR UN GRAN ACUERDO EUROPEO SOBRE LA DEUDA
Adjunto la iniciativa que acabamos de presentar en el registro del Congreso de los Diputados. Una iniciativa necesaria para apoyar al pueblo griego y también para ayudar a la economía española:
Adjunto la iniciativa que acabamos de presentar en el registro del Congreso de los Diputados. Una iniciativa necesaria para apoyar al pueblo griego y también para ayudar a la economía española:
El reciente triunfo electoral del partido político SYRIZA en
Grecia -y la consiguiente formación de un nuevo Gobierno de izquierdas en el
país heleno- ha puesto de nuevo en la agenda política el debate sobre la deuda
pública.
El Gobierno de Alexis Tsipras ha iniciado una campaña pública a
nivel europeo para poner en marcha un gran acuerdo sobre la deuda pública. El
nivel de deuda pública griega era en el año 2007 del 103% del Producto Interior
Bruto (PIB), pero las políticas de austeridad de los últimos seis años han
provocado un incremento espectacular del endeudamiento público. Actualmente la
deuda pública griega se encuentra en el 182,4% del PIB. Así, las políticas de
ajuste no sólo han provocado un escenario de emergencia social sino que han
empeorado las condiciones macroeconómicas y dificultado, de esa forma, la
devolución de la deuda.
Una circunstancia similar ha ocurrido en España, pero agravada por
el hecho de que en nuestro país la deuda antes de la crisis estaba en un nivel
mucho más bajo. En 2007 la deuda pública era del 35,5% del PIB, mientras que en
noviembre de 2014 alcanzó un 96,8%. El gran problema de endeudamiento residía,
y aún sigue haciéndolo, en el sector privado. Pero la socialización de las
pérdidas y la privatización de las ganancias, filosofía que subyace a todos los
rescates económicos impulsados por la troika y los gobiernos de España y
Grecia, así como las consecuencias derivadas de las políticas de ajuste, han
empeorado todas las condiciones económicas.
Las políticas de austeridad y el enorme lastre que supone la deuda
pública hace inviable una recuperación económica compatible con el
mantenimiento del Estado Social y la garantía de justicia social. Más al
contrario, esa combinación es fatal para tanto la población como para las
expectativas de devolución de la deuda. El frágil crecimiento económico no es
suficiente para contrarrestar ni la desigualdad creciente, ni la merma en el
Estado Social ni tampoco para poder garantizar la devolución de la deuda
pública. Es importante tener en cuenta que el hecho de que este débil
crecimiento económico se explique exclusivamente por el repunte de la demanda
interna a costa fundamentalmente del ahorro de las familias evidencia que este
tipo de crecimiento no puede ser duradero (en el tercer trimestre del 2014 los
hogares españoles redujeron intensamente su ahorro hasta el 4,4% de su renta
disponible, el nivel más bajo desde el verano de 2007).
A todo ello debemos añadir que una parte de esa deuda ha sido
contraída para financiar rescates financieros, mientras que las mismas
entidades rescatadas han especulado contra el Estado a través de las
facilidades financieras abiertas por el Estado y por el Banco Central Europeo.
Las ayudas al sistema financiero español han sido superiores al billón de euros
en total, y la reciente política de barra libre del BCE es un ejemplo paradigmático
de cómo determinados sectores económicos son privilegiados frente al conjunto
del Estado. Una sociedad democrática que aspire a proteger a sus ciudadanos no
puede tolerar tal discriminación, más aún cuando se carece de unos mínimos
fundamentos para justificar tales políticas.
Si el Banco Central Europeo financiara directamente a los Estados
permitiendo a los mismos acceder a un tipo de interés mucho más beneficioso que
el que ofrecen los mercados la problemática de la deuda pública no sería tan
destacada. Al fin y al cabo, desde 2008 hasta noviembre de 2014 la cantidad de
intereses pagados por el Estado español ha incrementado la deuda pública en un
17,9% del PIB. Una buena parte de ese incremento podría haber sido evitada
fácilmente si la autoridad monetaria hubiese actuado en consecuencia,
financiando a los Estados directamente o interviniendo para mantener reducidas
las primas de riesgo.
Por si fuera poco, el sistema financiero internacional que durante
años prestó irresponsablemente al gobierno griego y a los bancos y a las empresas
constructoras españolas ha aprovechado el diseño de las políticas de la troika
para deshacerse progresivamente del riesgo económico en perjuicio de las
instituciones europeas. Así, la deuda que tenían como acreedores ha ido
traspasándose al público en general, en lo que es una verdadera estafa tolerada
y promovida por los gobiernos y la Unión Europea. El caso griego es
paradigmático: en el año 2008 la inmensa mayoría de los acreedores de la deuda
pública eran entidades financieras privadas, mientras que en septiembre de 2014
el 70,5% de los acreedores eran Estados, fundamentalmente europeos. El
resultado, que los grandes acreedores financieros han evitado importantes
pérdidas que otros sujetos económicos hemos tenido que sostener.
La deuda pública de los países del sur no podrá ser pagada en las
condiciones actuales. Se hace necesario llegar a un gran acuerdo europeo que
permita reestructurar la deuda pública y privada de los países, especialmente
del sur de Europa. Dicho acuerdo debería conllevar, al menos, las siguientes
medidas: el alargamiento de los plazos establecidos, la disminución de los
tipos de interés, la condonación parcial correspondiente a la deuda ilegítima y
la garantía de financiación posterior por el BCE.
Por todo ello, se presenta la siguiente
PROPOSICIÓN NO DE LEY
“El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a tomar las
medidas oportunas para:
§
Promover un Gran Acuerdo sobre la Deuda Europea, basado en los
siguientes puntos:
- La derogación del Pacto de
Estabilidad y Crecimiento, del Tratado de Estabilidad, Coordinación y
Gobernanza y del Pacto por el Euro Plus.
- La derogación de toda referencia
institucional a la prioridad absoluta del pago de la deuda, que en el
ámbito español se establece en las normativas derivadas de la reforma constitucional
del artículo 135 y en la propia reforma constitucional.
- La puesta en marcha de una auditoría
de la deuda pública en todos los países.
- La reestructuración de las
condiciones establecidas en los contratos de deuda pública, alargando los
plazos de pago y reduciendo los tipos de interés correspondientes.
- La puesta en marcha de un plan
europeo de estímulo económico que permita superar la crisis social y
económica y permita comenzar la corrección de los desequilibrios en las
estructuras productivas de los países de la zona euro. La financiación
correrá a cargo del BCE que, en condiciones de extraordinaria generosidad,
priorizará la creación del empleo por encima de cualquier otro objetivo.
LA DEUDA ENTRE ESPAÑA Y GRECIA
Que no confundan a nadie: no le hemos prestado a Grecia 26.000
millones de euros. Algunos representantes políticos mienten descaradamente
cuando hablan de este tema.
Si bien es cierto que el Estado español le prestó a Grecia
6.659,48 millones de euros en 2010 y 2011, el resto (unos 19.600 millones de
euros) es dinero que le prestaron determinados inversores financieros al Estado
griego (para hacer negocio), y que el Estado español ha avalado. Es decir, el Estado
español no puso ni un euro de esos 19.600 millones, pero se comprometió a
pagarlos en caso de que el Estado griego no pagase a esos inversores. Así, ni
hemos prestado 26.000 millones de euros ni obviamente los podemos recuperar
porque nunca han sido nuestros. En otras palabras, lo más probable es que no
tengamos que pagarlos nunca, y lo más improbable es que tengamos que pagar una
pequeña parte de esa cantidad si Grecia finalmente logra aplicar quitas en su
deuda pública.
Alberto Garzón Espinosa
Candidato de IU a la Presidencia del Gobierno
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